Expertos de la Universidad de Cádiz trabajan en el seguimiento y la vigilancia de la actividad volcanotecnológica de la isla de Ometepe (Nicaragua), una zona caracterizada por el alto riesgo sísmico y donde se sitúa uno de los volcanes más activos del país nicaragüense, Concepción. La primera campaña de este proyecto, que durará tres años, se centra en constituir un marco de referencia espacial para evaluar el parámetro de deformación superficial del volcán.
Este trabajo, que ha puesto en marcha el Laboratorio de Astronomía, Geodesia y Cartografía del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Cádiz, ha partido de las observaciones del satélite GNSS (Sistema de Satélite de Navegación Global) - GPS, ya que gracias a las características que tiene el sistema en cuanto a la precisión milimétrica en el posicionamiento relativo, se pueden obtener modelos de deformación muy precisos.
Así, “nosotros hasta hace relativamente poco tiempo, establecíamos un modelo de deformación aunque este no era en tiempo real, ya que los datos que nos llegaban necesitaban ser tratados a posteriori para conseguir precisión milimétrica. Esta información, procedente del volcán, nos da una idea de su estado, cuáles son sus flancos más débiles, y por dónde es posible que se produzca la erupción. No obstante, desde, hace un año aproximadamente, hemos encontrado la forma de sacar un sistema de vigilancia volcánica a tiempo real, es decir, vemos al instante como se deforma el volcán. Aunque eso sí, para que esto sea posible hemos perdido precisión”, explicael responsable del proyecto, Manuel Berrocoso.
Seguimiento y vigilancia
Para aclarar un poco más esta exposición es importante indicar que “debemos diferenciar entre dos conceptos: seguimiento y vigilancia. El seguimiento se produce cuando no tenemos tiempo real pero necesitamos toda la precisión posible, que en este caso es la del milímetro. Así establecemos un modelo de deformación de un volcán de forma muy precisa y que sirve como modelo de referencia para cualquier estudio posterior. Por su parte, la vigilancia, consiste en saber qué está pasando en el momento.
Nos interesa vigilar el volcán, y es que a partir de ahí sacas el estado a tiempo real de la actividad volcánica que implica otros dos conceptos: riesgo y peligrosidad. Esto proporciona a las instituciones de protección civil la información necesaria para establecer los correspondientes protocolos y procedimientos para la gestión de la seguridad de la sociedad del área. Porque de nada vale hacer una vigilancia del volcán si a tiempo real no pude saber qué está pasando”, insiste el responsable del grupo de Geodesia y Geofísica de la UCA.
Es decir, con el GPS y una nueva aplicación (el inclinómetro espacial), creada por este grupo de investigadores a partir del diseño de una red geodésica, se puede obtener un modelo de deformación que aunque éste no tenga precisión milimétrica sí es suficiente para una vigilancia efectiva en tiempo real en zonas volcánicas.
Para ello, “ya hemos montados varios puntos de observación alrededor del volcán Concepción y vamos a comenzar a obtener información sobre dos parámetros: la sísmica y la deformación. El INETER, Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales, es quien nos está dando todo el apoyo logístico en la zona”, y es que es importante señalar que junto a la Universidad de Cádiz participan en este proyecto la institución nicaragüense y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Otros problemas en la zona volcánica
Asimismo, hay que tener en cuenta que además de la actividad volcánica de la zona, existe el problema del deslizamiento del suelo, una realidad que genera importantes catástrofes al arrasar pueblos enteros. “Los deslizamientos se van a producir con mayor probabilidad en los flancos más débiles del volcán, precisamente donde más deformación va a ver, por lo que esta forma de vigilancia puede avisar de este hecho”, matiza Manuel Berrocoso.
En estos momentos, los investigadores de la UCA que han participado en esta primera campaña de campo, Manuel Berrocoso y Amós de Gil, están intentando obtener un modelo de deformación inicial que sirva de referente para poder ejecutar la vigilancia que, a su vez, de lugar a la elaboración de protocolos de evacuación para la población que habita en esta zona: más de 37.000 personas.