Un equipo de arqueólogos ha hallado en un yacimiento junto a la Catedral de Santander un disco intervertebral y un trozo de costilla de este mamífero marino datados entre el siglo XII y XIII. No se descarta el hallazgo de otros vestigios que vinculen una remota conexión entre las comunidades humanas de la zona y estos animales.
Una excavación junto a la Catedral de Santander ha sacado a la luz restos de cetáceos que podrían probar la caza de la ballena en la capital cántabra, datados entre el siglo XII y XIII, en pleno medievo.
Los arqueólogos Lino Mantecón y Javier Marcos Martínez han confirmado el descubrimiento de un disco intervertebral y un trozo de costilla de este gran mamífero marino que, a tenor de las piezas, debió sobrepasar los 16 metros de longitud.
Según los responsables de los trabajos, estos vestigios descubiertos en los estratos más profundos del yacimiento pueden responder a este tipo de caza en las costas de Santander, aunque tampoco se descarta la posibilidad de un festín o una celebración similar aprovechando los ejemplares varados en la costa, dado que los restos se contextualizan en un espacio repleto de conchas marinas junto a carbones y cerámica medieval.
No obstante, los científicos también consideran que en esas fechas "está más que constatada" la actividad de la pesca de estos grandes mamíferos marinos, a los que se les adhería una carga legendaria en el imaginario medieval, aunque las citas de aquella época referidas a la caza en la villa de Santander "no son muy elocuentes".
Los lugares de abadengo en el Cantábrico solían tener derechos sobre estas pesquerías, casi siempre reservándose una parte del animal. Además, se tiene constancia de que a principios del siglo XVII había en Santander una factoría o "casa de ballenas".
El director del Museo Marítimo del Cantábrico y experto en cetáceos, Gerardo García Castrillo, ha sido quien ha verificado la adscripción de los fragmentos. En concreto, se trata de un disco intervertebral de mistélido o balénido, asimilable a un ejemplar de rorcual, el segundo mayor de los cetáceos detrás de la ballena azul.
Ante el interés de los hallazgos, los arqueólogos decidieron recoger unas muestras del nivel de los vestigios y enviarlas a un laboratorio americano para su datación absoluta.
La prueba del carbono 14 de un carbón hallado junto al fragmento de hueso de ballena ha aportado una fecha de mediados del siglo XII a mediados del siguiente.
El proyecto arqueológico de Los Azogues sigue en ejecución, por lo que no se descarta el hallazgo de otros vestigios vinculados con la remota relación entre las comunidades humanas de la villa de Santander y la ballena, según los responsables del trabajo.