Están surgiendo formas más equitativas de distribución del trabajo reproductivo y productivo frente al modelo patriarcal. Ésta es una de las conclusiones extraídas de la tesis de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en la que una investigadora ha analizado la visión y el reparto del trabajo doméstico en parejas de doble ingreso de la CAPV.
La autora es Raquel Royo Prieto, licenciada en Sociología y diplomada en Trabajo Social, y ha defendido la tesis El trabajo familiar en la CAPV: una perspectiva cualitativa en parejas de doble ingreso, en el departamento de Sociología I de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. La directora de la tesis ha sido María Silvestre Cabrera, de la Universidad de Deusto. Durante su investigación Raquel Royo ha realizado estancias en la UC Riverside (Condado de Riverside, California) con Scott Coltrane y en la Universidad de Loughborough (Leicestershire, Reino Unido) con Monica Threlfall. Actualmente, Raquel Royo trabaja como profesora y coordinadora del máster de Intervención en Violencia contra las Mujeres de la Universidad de Deusto.
En este trabajo la investigadora se ha sumergido en la experiencia cotidiana de los miembros de 20 parejas, para acercarse a sus mundos simbólicos, sus trabajos, sus anhelos y sus luchas. Tras mantener varias entrevistas con dichas parejas, la investigadora ha podido observar que algunos de los comportamientos se deben a inercias interiorizadas, pero, a la vez, ha constatado el surgimiento de nuevos roles, valores, vivencias y estrategias que cuestionan los modelos tradicionales del trabajo familiar.
Estas inercias y cambios se han clasificado en cinco bloques: 1) pautas conductuales, 2) significados, actitudes, percepciones y gustos, 3) maternidad y paternidad, 4) empleo y conciliación, y 5) vivencias.
Reparto equitativo del trabajo
Con respecto a las pautas conductuales, la investigadora ha observado que están surgiendo formas más equitativas de distribución del trabajo reproductivo y productivo frente al modelo que obligaba a las mujeres a la doble jornada (trabajo dentro y fuera de casa). Además, se ha constatado la socialización de tareas impuestas como "femeninas", que pasan a transmitirse también de padres a hijos, frente a la transmisión, por inercia, de expectativas en función del género.
En el apartado de significados, actitudes, percepciones y gustos, destaca el cambio producido en el significado del trabajo doméstico. Mientras que la inercia llevaba a calificar el trabajo doméstico como "femenino, devaluado y privado", muchas parejas tienen un concepto positivo de dicho trabajo y consideran que aporta autonomía tanto a hombres como a mujeres.
Por otro lado, existe un esquema según el cual los gustos son diferentes según los géneros. Una construcción cultural en la que la investigadora apunta que "el disgusto de los hombres ante la falta de participación de las mujeres en tareas tradicicionalmente entendidas como masculinas puede servir como resorte para impulsar el cambio en este tema".
Hacia una democratización familiar
La maternidad y la paternidad también han sufrido cambios. Se ha observado que los hombres participan en la elección de tener descendencia, asisten a los partos y se implican en las tareas de cuidados, "de forma que se abre la puerta a maternidades menos intensivas".
El significado interiorizado de que el cuidado de los hijos e hijas es algo propio de las mujeres ("los hijos e hijas son de la madre") está perdiendo fuerza, ya que en la pareja se da una negociación de criterios en la que se incorpora a los hombres y, a su vez, se da un derrumbe de la autoridad paterna tradicional, "lo que conlleva una democratización familiar".
La imagen que se tiene de la maternidad y la paternidad también ha sufrido cambios. Cambian las imágenes de la madre paciente, cariñosa y presente, y del padre trabajador y que marca las normas, y se sugieren modelos más equitativos.
Con respecto al empleo y la conciliación, es destacable el significado que tiene el trabajo productivo como ámbito propio, como afirmación de la individualidad y como independencia económica. Además, surgen modelos con padres implicados y con abuelos y amigos que participan en los cuidados, frente a la inercia que impulsa el protagonismo de las mujeres en la conciliación.
Por último, en el apartado de vivencias, los cambios apuntan discrepancias entre las conductas igualitarias y las interiorizaciones que responden al viejo orden patriarcal y doméstico (idea de domesticidad y amor culturalmente pautada para las mujeres).