Investigadores de la universidades de Vigo y Santiago pondrán en marcha un modelo predictivo del funcionamiento de los ecosistemas litorales en la bahía Foster, al norte de la península antártica.
Liderados por el científico vigués Mariano Lastra, un equipo de invetigadores de las universidades de Vigo y Santiago, serán los encargados de la puesta en marcha de un modelo predictivo del funcionamiento de los ecosistemas litorales de la bahía Foster, en la isla Decepción, al norte de la península antártica, donde se encuentra la base española Gabriel de Castilla.
Los investigadores tienen por delante tres años y una financiación de 50.000 euros, ya que el proyecto es una de las iniciativas preseleccionadas por el Ministerio de Economía y Competitividad en la última convocatoria nacional de I+D. “Este proyecto es la continuación a varios trabajos previos, todos ellos financiados por el ministerio y que supusieron ya cinco campañas antárticas de uno o dos meses de duración cada una de ellas”, subraya Lastra, docente en la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidade de Vigo.
Catalogada como Sitio de Especial Interés Científico y como Zona Antártica Especialmente Protegida (ZAEP 140), porque en ella se encuentra el mayor número de especies raras y sumamente raras de la Antártida, isla Decepción está formada por un sistema de calderas volcánicas activas colapsadas que dan lugar a un anillo interior inundado por el mar, conocido como bahía Foster.
“Esta bahía posee una superficie de 38 kilómetros cuadrados, una profundidad máxima de 160 metros y 30 kilómetros de costa, el 80% de la cual la componen playas de arena y grava de origen volcánico”, explica el investigador, que hace hincapié en que amplias zonas del ambiente submareal de esta isla están ocupadas por plataformas rocosas y sedimentarias donde proliferan varias especies de macroalgas, en particular Palmaria decipiens y Desmarestia antarctica.
La presencia de grandes cantidades de macroalgas depositadas sobre la costa por las corrientes y mareas es un fenómeno frecuente en muchas regiones del planeta y estos materiales tienen una enorme importancia ecológica, “dado que suministran alimento y hábitat para muchas especies de invertebrados”, recalca Lastra, que explica también que el reciclaje de esta biomasa es el origen de interesantes procesos biogeoquímicos que dan lugar a la liberación de nutrientes al medio costero.
“Este esquema de funcionamiento es válido tanto en latitudes intermedias, como antárticas y tropicales”, subraya el responsable del proyecto, que subraya que, al final del periodo estival, grandes cantidades de estas especies se desprenden y se depositan a lo largo de toda la costa de la bahía Foster, donde se descomponen o son consumidas durante periodos más o menos largos de tiempo, en función de las condiciones ambientales.
Ocho estaciones de muestreo distribuidas en toda la bahía Foster
El proyecto prevé la realización de dos campañas antárticas de un mes de duración en las que el equipo de investigadores gallegos intentará evaluar la dinámica de los varamientos de macroalgas en esta bahía.
“El calentamiento geotérmico es casi una constante a lo largo de toda la línea de costa de este enclave, de manera que no es raro encontrar playas con fumarolas y fuentes hidrotermales”, subraya Lastra, que explica que esta peculiaridad condiciona los patrones de descomposición de biomasa algar, su colonización, consumo, flujo de nutrientes y emisión de gases.
Para analizar estos procesos se llevarán a cabo muestreos de campo y varios experimentos de manipulación del medio natural. Se calculará el stock, la tasa de reemplazo y la descomposición de macroalgas en ocho estaciones de muestreo distribuidas en toda la costa. “La heterogeneidad en la cantidad de macroalgas se interpretará en función de variables ambientales tales como las corrientes litorales, la dirección del viento, la orientación de la costa, etc”, subraya Lastra.
Las macroalgas sostienen el 50% de la biodiversidad de las playas gallegas
El estudio que ahora van a iniciar en la Antártida es muy semejante a otro ya finalizado y que los llevó a estudiar desde 2010 hasta 2013 los efectos de la degradación de las algas en los intermareales gallegos.
Entre las conclusiones más importantes de este estudio los investigadores afirman que, en el caso gallego, las macroalgas sostienen aproximadamente el 50% de la biodiversidad de los arenales y “ son precisamente las playas las que funcionan como procesadores de grandes cantidades de biomasa producidas en los ecosistemas vecinos como son los roquedos, las marismas, etc”, recalca Lastra, que explica también que, fruto de estos procesos, se liberan grandes cantidades de nutrientes, contribuyendo así a la fertilización de las aguas costeras.