Un equipo de investigadores liderado por el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD, en su acrónimo francés) ha realizado un estudio sobre arte rupestre que permite entender mejor la vida cotidiana de las comunidades humanas que ocuparon las zonas costeras y montañosas de Perú entre el año 10.000 A.C. y 1500 D.C.
El análisis de los petroglifos y de las pinturas rupestres en Perú que acaba de presentar el IRD revela la transformación progresiva de una sociedad nómada de cazadores-recolectores a una población más dedicada a la ganadería y a la agricultura. La localización de estos sitios rupestres ubicados cerca de zonas estratégicas, como los territorios de caza o los campos destinados al cultivo de la coca, ha permitido a un equipo internacional de investigadores considerar este arte como una fuente importante de informaciones relacionadas con los contextos sociales y culturales de su época.
En las zonas de Perú donde se han encontrado pinturas, el significado y la función de las concentraciones de representaciones rupestres y de petroglifos conservan todavía un cierto misterio. Uno de estos sitios, Toro Muerto, situado en el sur del país, agrupa más de 4.000 bloques grabados diseminados en varias decenas de hectáreas.
El análisis de la distribución y de las características de estos sitios permitió, en una primera etapa, distinguir el arte practicado en los valles costeros del arte producido en las regiones de altitud de la cordillera de los Andes. En efecto, los grandes sitios de rocas grabadas, situadas al aire libre, están principalmente concentrados en la vertiente Pacífico, mientras que las figuras pintadas en grutas o lugares cubiertos predominan en las regiones de altitud y en la vertiente amazónica.
Estas preferencias, técnicas y soportes utilizados reflejan prácticas rituales probablemente asociadas y bastante diferentes. El estudio de las pinturas rupestres más antiguas y su datación con base en métodos indirectos (datación con carbono 14 de los restos de carbones calcinados in situ) revelan que son obra de cazadores-recolectores que ocupaban la región entre el año 7.000 y 3.000 A.C.
Los motivos, pintados generalmente en rojo, son pequeños, y representan escenas de caza con camélidos salvajes como el guanaco y siluetas humanoides, con rasgos faciales más cercanos a representaciones animales que humanas. Estos personajes llevan generalmente palos, arcos o lanzas y, ocasionalmente, redes.
La mayoría de los sitios más antiguos favorece las representaciones naturalistas de animales muertos o heridos, pero un segundo conjunto fechado dentre el año 4.000 A.C y 2.000 A.C conforma una apología de la fertilidad. Las representaciones de camélidos de gran tamaño son dibujadas con un vientre extremadamente hinchado, a veces con un feto en su interior. Según el investigador, esta evolución estilística, que parece coincidir con los inicios de la ganadería en las regiones de gran altitud de Perú, simbolizaría el surgimiento de la ganadería y la evolución de las relaciones hombre/animal que dicha actividad conllevó.
En la actualidad, los descubrimientos de arte rupestre en diferentes regiones del país permiten entender mejor el significado de estas representaciones artísticas, cuya producción se escalona desde el año 10.000 A.C. hasta la llegada de los primeros conquistadores, en el siglo XVI.
Evolución estilística de las figuras grabadas
El estudio ha puesto en evidencia periodos muy marcados en términos de evolución estilística de las figuras grabadas. Los motivos más antiguos, asociados con el surgimiento de las primeras grandes civilizaciones andinas (2500-300 A.C.) reproducen figuras complejas de alto contenido simbólico y espiritual, que representan animales míticos, a menudo monstruosos, y seres sobrenaturales.
Por su lado, los grabados ejecutados posteriormente se caracterizan por la abundancia y el esquematismo de las representaciones. La simplicidad y la relativa profusión de estos petroglifos, que evocan animales de la fauna local y escenas de la vida cotidiana, parecen traducir una cierta democratización del grabado en piedra.
Los más grandes sitios que datan de esa época contienen varios cientos de rocas, grabadas con decenas de motivos, tuvieron probablemente una función importante en la vida cultural y social, a escala tanto local como regional. Su localización y una parte de los rituales que se desarrollaban en ellos podrían haber tenido relación con las zonas de producción y las rutas de intercambio de productos de gran demanda como la coca o la sal.
Otros elementos de orden geográfico, como la confluencia de dos ríos o la proximidad de vías de comunicación, parecen tener también una función importante en lo que se refiere al contexto y a la finalidad de estas representaciones artísticas.
El primer paso para una investigación necesaria
Un estudio más detallado de estos sitios arqueológicos, que siguen viéndose muy afectados tanto por el vandalismo como por la erosión, resulta indispensable. Estos vestigios, testimonio de evoluciones ideológicas y sociales registradas durante cerca de 8.000 años, pueden contribuir a la mejor comprensión del modo de vida y de las creencias de quienes formaron parte de los primeros habitantes del nuevo mundo.
El arte pictórico y las piedras grabadas o petroglifos, realizados por la mayoría de las sociedades antiguas y prehistóricas, son estudiados desde hace mucho tiempo por los arqueólogos para entender mejor el modo de vida de dichas poblaciones. Sin embargo, aunque algunos frescos como los célebres ornamentos de las grutas de Lascaux o de Chauvet, en Francia, o los petroglifos de Escandinavia y de Norteamérica han aportado un gran número de informaciones sobre la vida cotidiana de nuestros ancestros, estos estudios siguen siendo fragmentarios en otras regiones del mundo, como América Latina.
Perú es, junto con Argentina y Brasil, uno de los países de América Latina donde más se desarrolló el arte rupestre entre el año 10.000 A.C. y 1500 D.C. La riqueza y la diversidad de las representaciones pictóricas que se sucedieron en dicho periodo comienzan a ser percibidas ahora por los arqueólogos.
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Referencias bibliográficas:
GUFFROY J., New researches about rock art in Peru (2000-2004), In :G. Bahn, A. Fossati (eds), Rock art studies. News of the world III, 2008, Oxbow: p 239-247
GUFFROY J., L’art rupestre de l’ancien Pérou, Les Nouvelles de l’Archéologie, 2008, n° 111-112: p 239-44
HOSNIG R., STRECKER M., GUFFROY J., (eds), Actas del Ier simposio nacional de arte rupestre peruano, Cusco-2004, Edit. IFEA/ IRD/ Embajada de Alemania, 2007, 473 p.
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