Un grupo de investigadores de la Universidad de León analiza la evolución de los vinos de dos bodegas de la Denominación de Origen Bierzo (Losada y Del Abad) para comprobar los efectos que tiene sobre ellos la modificación de varios parámetros del suelo, que en la zona se caracteriza por su acidez. En el trabajo, financiado por la Diputación de León, los científicos probarán por primera vez en la zona un compuesto orgánico que mejora la fertilidad del suelo.
Según ha explicado Enrique Garzón, director del grupo de investigación, “cuando se modifica el suelo el fruto también se ve modificado”. Así, el equipo dirigido por Garzón empezó hace 5 años a estudiar las repercusiones que estos cambios en el suelo tenían en las vides del Bierzo, comprobando que, efectivamente, al modificar determinados parámetros en los suelos “la uva tiene más azúcares, más taninos y más polifenoles, con lo cual su estructura es mejor para obtener un producto de más calidad”.
Merced a la financiación de la Diputación, los investigadores quieren realizar ahora un seguimiento de la evolución del mosto durante tres años, comprobando cómo influyen en él los cambios realizados previamente en el suelo. Según Garzón, los suelos de viñedo del Bierzo son muy ácidos, “suelen tener elementos tóxicos para la planta como el aluminio o el manganeso”. Además “hay deficiencias de otros elementos interesantes para el desarrollo de la vid como el calcio o el fósforo, así como una actividad microbiológica baja, porque los tóxicos destruyen los microorganismos del suelo”.
Desplazar tóxicos
“El viñedo tiene dificultades en este tipo de suelos”, continúa el investigador. “De hecho, las producciones de la variedad Mencía (propia del Bierzo) son de buena calidad pero de pocos kilos”. Así, los investigadores modifican propiedades concretas de la estructura del suelo con el objetivo de desplazar elementos tóxicos como el aluminio e introducir nutrientes, comprobando que “la masa foliar de la vid crece, con lo cual la planta se nutre mejor y la uva es de más calidad”, con lo que, “por lógica, el vino tiene que ser mejor”.
Esto se hace mediante la incorporar carbonato cálcico al suelo (lo que se denomina encalar), un proceso que se realiza añadiendo diversas sustancias (calcio, magnesio, yeso, etc.), al suelo roturado después de la cosecha, a finales de otoño y principios de invierno. “La cantidad que incorpora tiene que estar en función de la cantidad de aluminio del suelo que hay que desplazar”, subraya Garzón, por lo que los investigadores tienen pretenden ensayar diferentes compuestos y dosis para ver cuál se adapta mejor a las condiciones de los suelos bercianos.
Ácidos húmicos
Asimismo, los científicos van a ensayar por primera vez en el Bierzo la incorporación de ácidos húmicos al suelo (un tipo materia orgánica muy evolucionada en el tiempo que, por la falta de oxígeno, no llegó a formar carbón). Según Garzón, los ácidos húmicos enriquecen el suelo no como lo haría un abono, sino “de forma más permanente al favorecer la formación del complejo arcillo-húmico”, la relación entre arcilla y humus (materia orgánica humificada) que determina la fertilidad de un suelo, ya que las plantas lo necesitan para asimilar los nutrientes. Se pretende encontrar el equilibrio entre el encalado y la proporción de ácidos húmicos. “Creemos que para algunas laderas del Bierzo puede ser muy útil”, manifiesta Garzón.