Desde el 10 de abril, el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) forma parte del CO2GeoNet, una red europea que proporciona información científica sobre la seguridad y eficiencia del almacenamiento geológico de CO2. Roberto Martínez Orío ha sido el encargado de firmar este acuerdo durante un congreso celebrado en Venecia la pasada semana. Hablamos con él de esta tecnología que busca paliar las consecuencias del efecto invernadero.
¿Qué papel desempeña el IGME en esta red CO2GeoNet?
Estamos participando en un proyecto del Programa Marco europeo que se llama CCS Europe, una de cuyas finalidades es extender la red CO2GeoNet a nivel paneuropeo. En ese sentido, el objetivo final del IGME era entrar a formar parte de este consorcio y en este congreso firmamos la entrada.
¿Cuáles son los riesgos de enterrar el CO2?
Los ‘riesgos mundiales’ se producirían si todo lo que se inyectara se estuviera yendo por otro lado, de manera que no estuviéramos haciendo nada para evitar el efecto invernadero, pero eso se descarta porque la ingeniería geológica es capaz de resolverlo. Hay otros riesgos relacionados, como la fuga del CO2 inyectado a acuíferos de agua potable. Por eso son tan importantes todas las técnicas de monitorización y control para evitar un incidente de gravedad.
¿Qué proyectos tienen en marcha en este sentido?
Venimos desarrollando tareas en torno a esta tecnología en torno a unos siete y ocho años, y fundamentalmente se centra en la estimación del potencial de almacenamiento de CO2 que hay en España. Lo que se utiliza es la experiencia en las participaciones internacionales para haber definido una serie de metodologías y de protocolos de cálculo de ese almacenamiento en nuestro país.
¿De qué forma se hace el análisis del subsuelo?
Con las peculiaridades de España, que al no ser un país petrolero tiene poca información del subsuelo, lo que se ha hecho es ir identificando las áreas más prometedoras. Luego, con la información de las campañas de exploración de petróleo que hubo entre los años 60 y 80, se han definido localizaciones y estructuras donde el potencial de almacenamiento parece que tiene más futuro. Es lo que ha venido desarrollando el IGME en los últimos años paralelamente a algunos proyectos concretos de almacenamiento.
¿Cuáles son las zonas más propicias para almacenar CO2 en España?
Fundamentalmente las principales cuencas sedimentarias, como las del Duero, el Ebro, el Guadalquivir y el Tajo. Y, además, algunas localizaciones como Hantomín, de la plataforma burgalesa, en las cercanías de la cordillera vaco-cantábrica; la cordillera ibérica etc. Fundamentalmente, salvo el tercio más occidental, donde las rocas no son apropiadas para el almacenamiento, en el resto de España hay posibilidades.
¿En qué consiste el atlas europeo que ha presentado en este congreso?
El objetivo de un atlas es, aparte de establecer una base de datos sobre los potenciales de almacenes en España, realizar un análisis más detallado esos datos y proponer futuras exploraciones.
También han desarrollado un programa con Marruecos...
Ha estado financiado por el Programa Marco europeo, se llama COMET y en él hemos estado involucrados Portugal, España y Marruecos para estudiar una infraestructura de captura, transporte y almacenamiento en la región del Mediterráneo occidental. En función de cómo se desarrolle el sector energético en el área y del potencial de almacenamiento estimado para los tres países, se han propuesto redes de transporte que unirían estas zonas de emisión y de captura con los almacenes. Es un estudio de viabilidad, no está puesto en práctica.
¿Por qué la gente desconoce esta tecnología para paliar el efecto invernadero?
No deja de ser una técnica compleja y se ha desarrollado mucho en su primera etapa, la de captura, que es un proceso industrial, respecto a la segunda, la del almacenamiento. Se ha contactado mucho con comunidades científicas, autoridades, etc., pero muy poco con la sociedad.