La polémica de los implantes PIP (Poly Implant Prothèses), que contienen silicona industrial no homologada, culminó ayer con el encarcelamiento de su fabricante, aunque aún se desconoce el alcance total de esta crisis sanitaria. Javier Moreno, presidente de la Unión Profesional de Médicos y Cirujanos Estéticos de España, explica los verdaderos riesgos de dichas prótesis.
¿Cuáles son los riesgos de realizar un implante mamario?
Si el implante está normalizado no existe realmente ningún riesgo. La silicona es un material inerte, es decir, que no reacciona con nada ni con nadie. Nuestro sistema inmunitario lo único que hace con ese implante es reconocerlo como un cuerpo extraño, al que encapsula a través de una membrana de fibroblastos y células defensivas, y lo deja aislado dentro de la mama. Los expertos tenemos que controlar después la evolución de ese implante y comprobar si existe alguna contractura.
Pero sí hay que retirarlos pasado un tiempo.
Hace ya algunos años que las autoridades sanitarias, de acuerdo con los fabricantes, recomendaron que los implantes se sustituyeran después de entre 10 y 15 años por motivos de seguridad. Sin embargo, los profesionales que llevamos muchos años trabajando en esto observamos que, en un alto porcentaje, las prótesis están intactas.
¿Y esa segunda intervención tiene más riesgo?
En el caso de una sustitución normalizada por tiempo o bien en el caso de prótesis PIP, se trata de una intervención donde hay que liberar la prótesis de esa cápsula, quitar las posibles adherencias, hacer un buen lavado de la cavidad quirúrgica y sustituir el implante con una nueva prótesis. Asumes un pequeño riesgo añadido porque puede haber un seroma –acumulación de grasa liquida, suero y linfa–, o un pequeño hematoma, pero lo normal es que no haya un efecto secundario derivado de esa cirugía.
Supongo que en el caso de los implantes PIP será más complejo, ¿verdad?
El problema que se nos puede presentar, quirúrgicamente hablando, es que la prótesis esté rota. Entonces hay que ser mucho más cuidadoso y confirmar en los estudios previos si hay o no afectación de la cadena de ganglios linfáticos por migración del gel de silicona. En estos casos la cirugía se hace más complicada, porque tenemos que liberar el máximo posible de ese gel para que después no haya problemas de inflamaciones residuales, irritaciones o efectos tóxicos. Es decir, esta cirugía es ya un poco más avanzada que cuando la prótesis está íntegra y tenemos la absoluta seguridad de que no hay migración.
¿Hay datos sobre el porcentaje de rotura de estos implantes?
De momento no. Solo conocemos los datos de un compañero de la Comunidad Valenciana: de las 180 explantaciones que ha realizado ya, solo ha encontrado cuatro casos de prótesis rotas.
¿Lo peor es la rotura del implante?
No, lo peor es la migración de esta silicona. El gel cohesivo permite que se pueda dilatar la intervención en una prótesis rota porque no va a migrar ya que está agregado sobre sí mismo. Sin embargo, los geles industriales son mucho más fluidos, migran entre los espacios intercelulares y pueden pasar también a la circulación linfática o a los tejidos. En ese caso sí que hay que realizar una revisión mucho más exhaustiva para que quede el menor residuo posible.
¿Y si se filtra ese material?
Los riesgos son que haya una inflamación en el tejido ganglionar, que haya un proceso infectivo si esa cirugía no se realiza en las condiciones habituales de asepsia, y por último, inflamación general.
¿Por qué se ha hablado de cáncer?
De forma poco acertada los medios de comunicación han provocado una alarma social innecesaria, diciendo cosas sin que la ciencia haya demostrado que son ciertas. Se ha afirmado que hay una asociación directa entre la rotura de estos implantes y la aparición de cáncer mamario.
¿No es así?
Las personas implantadas en el mundo con prótesis de gel de silicona normalizado tienen mucha menos incidencia de cáncer de mama que la población normal. En España, una de cada diez mujeres desarrolla o puede desarrollar un cáncer mamario. En toda mi experiencia profesional, solo he tenido un caso de cáncer mamario y la paciente tenía antecedentes familiares. Institutos oncológicos de prestigio ya han demostrado que no hay evidencia alguna de la aparición de un cáncer por motivo de un implante mamario, incluidas la prótesis PIP.
Aun así ustedes aconsejan la retirada de los implantes PIP.
Sí, de forma preventiva. Hay que tener en cuenta que cuando se ha oído tanto sobre un procedimiento como este y de forma tan negativa, la paciente no queda tranquila hasta que se le asegure desde el punto de vista radiológico y clínico que no hay ninguna afectación. Pero sabe que tiene dentro un cuerpo extraño que no está muy garantizado y es evidente que la respuesta de esas personas sea inmediata a favor de quitarlo.
Un protocolo para actuar
El paso 29 de febrero el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) facilitó un protocolo a los cirujanos estéticos para la explantación, seguimiento y sustitución de las prótesis mamarias PIP.
En primer lugar, se debe comprobar que la paciente tenga un implante de estas características mediante la tarjeta sanitaria o el resguardo del registro de la prótesis. Si está infectada, la recomendación es que se ponga en contacto con la clínica para que se haga un estudio de la evolución de esas prótesis mediante una ecografía o mamografía.
Lo fundamental es detectar la posible rotura o migración del implante. Si hay rotura, se opta por la retirada de las prótesis, pero si no está rota y permanece estable, la administración española, a diferencia de la francesa o alemana, aconseja realizar revisiones cada seis meses para valorar una futura explantación.
Además, en este comunicado se manifestaba que “los análisis realizados en el gel de relleno de los implantes no han mostrado efectos genotóxicos, pero sí efectos irritantes que pueden dar lugar a reacciones de tipo inflamatorio en caso de rotura o exudado de las prótesis”. Por último, se insistía en que “a día de hoy no hay ninguna evidencia que vincule las prótesis PIP con el desarrollo de cáncer”.