Aún quedan muchas incógnitas en torno a la esclerosis múltiple, y aunque ya no afecta de forma significativa a la longevidad, su impacto de por vida es innegable. Tras varios años de investigación en Londres, Eva Cernuda Morollón (1972) ha vuelto al Hospital Universitario Central de Asturias donde trabaja en un novedoso enfoque centrado en los aspectos inflamatorios de esta enfermedad.
¿Qué es la esclerosis múltiple?
Es una enfermedad inflamatoria y autoinmune del sistema nervioso central. No se sabe a ciencia cierta por qué se inicia, pero podemos resumirlo en que el sistema inmunológico reacciona contra el propio sistema nervioso central. Esa reacción ocurre porque los linfocitos T de las personas con esclerosis múltiple consiguen atravesar la barrera hematoencefálica que protege al sistema nervioso, y una vez allí atacan la vaina de mielina que recubre la parte de las neuronas conocidas como axón. Entonces, la desmielinización resultante de las neuronas dificulta o llega a impedir en algunos casos más severos la transmisión del impulso nervioso.
¿Cómo afecta a la calidad de vida de los pacientes?
No hace mucho, estábamos ante una enfermedad con un pronóstico devastador, altamente incapacitante. Afortunadamente, en los últimos años se han desarrollado fármacos para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes. Y aunque todavía es una enfermedad para la que no se ha encontrado una cura, cada vez tenemos más armas para que el paciente no adquiera discapacidad con los años.
Las causas y el tratamiento de la esclerosis múltiple aún presentan retos a la investigación. ¿Qué sabemos hoy al respecto?
En su inicio confluyen una serie de factores ambientales con un cierto componente genético, pero no es una enfermedad hereditaria. Hay diversas teorías vigentes sobre las causas: la falta de exposición solar, los cambios en los hábitos de higiene en el mundo industrializado o incluso un virus con componentes similares a la mielina que lleva al sistema inmune a reaccionar contra ella. Su origen es tan complejo que cuesta muchísimo avanzar en ello. Y esta dificultad no siempre es entendida. En una ocasión un paciente me llegó a decir que no estábamos interesados en resolver la enfermedad y me disgusté, porque hay gente muy implicada para encontrar solución.
Se calcula que en España hay entre 30.000 y 45.000 personas afectadas. ¿Hay una tendencia al alza en el número de casos?
Los casos diagnosticados han ido subiendo con el tiempo. Esa tendencia, que también se registra en otros lugares, lleva a pensar que en los últimos años ha aumentado la incidencia de la esclerosis múltiple. Pero realmente no sabemos aún si lo que sucede es que está aumentando debido a algún factor ambiental o que simplemente se están detectando formas más leves de la enfermedad, casos que antes pasarían desapercibidos. En unos años podremos decir con más seguridad si efectivamente ha habido un aumento de la prevalencia.
Su proyecto de investigación sobre la esclerosis múltiple se centra en el papel de las micropartículas. ¿Qué son?
Las micropartículas son vesículas que liberan las células en respuesta a distintos estímulos, entre ellos un proceso inflamatorio o la apoptosis, más conocida como suicidio celular. Ya se había observado que estaban presentes en altos niveles en la sangre de los pacientes con la forma RR [remitente recurrente] de la enfermedad, que es la más común y conocida. Nosotros hemos estudiado pacientes con las distintas formas clínicas que pueden manifestar, y hemos observado que las micropartículas elevadas no solo son características de la manifestación RR, sino que están elevadas en las tres formas clínicas en que se presenta la enfermedad, incluso en el llamado primer evento clínico, que en muchos casos evoluciona hacia la esclerosis múltiple.
¿Cuál es el papel de las micropartículas en el desarrollo de la enfermedad?
Nos gustaría conocerlo mejor, pero ya hemos dado algunos pasos. Tras exponer células endoteliales a micropartículas, observamos que las vesículas de los pacientes alteraban la permeabilidad de la barrera endotelial. Esta permeabilidad es clave, puesto que impide que la barrera endotelial cumpla su función de proteger al sistema nervioso, y una vez que la barrera se vuelve permeable aumenta el paso de células del sistema inmune, en este caso linfocitos T al interior del sistema nervioso central, donde podrían atacar a la mielina y destruirla, contribuyen a la progresión de la esclerosis múltiple. En cambio, si exponíamos células de esa misma barrera a la misma cantidad de micropartículas de personas sanas, la permeabilidad no se alteraba.
Entonces ha desentrañado uno de los mecanismos principales de la esclerosis múltiple…
"Hemos comenzado a comprender uno de los mecanismos básicos de la enfermedad"
En cierta medida, sí, hemos comenzado a comprenderlo. Ahora está por ver si los efectos de las micropartículas alteradas solo se limitan a la barrera endotelial.
¿A qué se refiere?
Mi idea es estudiar el efecto de las micropartículas alteradas sobre otros tipos celulares del sistema nervioso y comprobar si tienen efectos sobre neuronas y astrocitos para conocer más a fondo los mecanismos de la enfermedad. Para ello sería necesario abrir más colaboraciones con otros equipos de la Universidad de Oviedo, igual que para poder llevar a cabo los análisis de endotelio de este proyecto colaboramos con el equipo del Doctor Jaime Millán del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid.
¿Podría actuarse sobre las micropartículas alteradas con fin terapéutico?
Aún no conocemos cuáles son las alteraciones de las micropartículas de los pacientes, por eso nuestro objetivo fundamental ahora es describir qué proteínas las hacen diferentes. Quiero ser optimista y espero localizar esa diferencia, que a largo plazo nos permitiría actuar sobre ellas e intervenir sobre los mecanismos de la enfermedad por otra vía diferente a las actuales, a través de otra diana terapéutica.
¿Cómo llega una licenciada en Química a investigar en contacto permanente con los pacientes de esclerosis múltiple?
Cuando trabajaba en Londres [en el Hammersmith Hospital], empecé a leer más sobre la esclerosis múltiple desde el punto de vista médico, y eso enriqueció mi perspectiva al incorporar la parte humana de la investigación. Al volver a España quise hacer algo que tuviese más aplicación clínica, y aprovechar todo lo que había aprendido hasta entonces para abordar la enfermedad. Fue al llegar a Asturias cuando entré en contacto con la parte clínica. El trato con los pacientes puede ser duro, pero ellos son la parte que más me gusta de mi trabajo, lo que le da sentido.
Eva María Cernuda Morollón (1972) se licenció en Bioquímica en la Universidad de Oviedo y se doctoró en la Universidad Autónoma de Madrid, donde comenzó a trabajar aspectos bioquímicos relacionados con la inflamación. Posteriormente comenzó a estudiar la regulación de la migración de linfocitos T del sistema inmune en el Hammersmith Hospital de Londres, una línea de trabajo que continuaría en el Ludwig Institute for Cancer Research de Londres. Entre 2007 y 2010 recibió una ayuda “Juan de la Cierva” del Ministerio de Economía y Competitividad que le permitió incorporarse al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde continuó su trabajo gracias a una ayuda “Clarín” del PCTI del Principado. Actualmente, la línea de investigación se lleva a cabo con financiación privada.
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