El físico y profesor Eugenio Fernández Aguilar ha dedicado cuatro años a investigar cincuenta de las hipótesis en las que se basa la conspiración lunar, el resultado está publicado en el libro La conspiración Lunar ¡Vaya timo! En él, Eugenio demuestra con conocimientos básicos de física y con un sano pensamiento crítico, que es el corazón del pensamiento científico, cómo la mal llamada teoría de la conspiración lunar no tiene sentido.
¿Cuál ha sido su principal motivación a la hora de escribir el libro?
En mi tarea docente observo a diario que los adolescentes creen cualquier tipo de afirmación pseudocientífica o no contrastada. Con el paso del tiempo he advertido que son muchos los jóvenes que creen que el ser humano no llegó a la Luna. Para poner mi granito de arena en la lucha contra este sinsentido que es la conspiración lunar surgió este libro.
¿Y el mayor impedimento?
La mayor traba que encuentra una persona de ciencias, en líneas generales, suele ser el vocabulario y la expresión. Divulgar ciencia a todos los públicos, sin perder rigor y atrapar al lector es muy difícil. En este libro se manejan algunos números y presentarlos de manera que no mareen al lector es una tarea ardua por el número de revisiones que hay que realizar.
Desmonta 50 supuestas pruebas que justifican la teoría de la conspiración lunar. ¿Qué proceso siguió para elegir esas "pruebas"?
Me gusta llamar “hipótesis” a estas “supuestas pruebas”. El proceso de selección se hizo en función de algunos parámetros: la popularidad de la hipótesis, la posibilidad que daba la hipótesis a la hora de hablar de conceptos científicos y la originalidad de la hipótesis. Creo que ésta fue la parte más dolorosa del libro, pues quitar algunas en pro de otras no es nada agradable.
Mucha gente cree en alguna de las variantes de la teoría de la conspiración lunar. ¿Falta reflexión sobre la información que se recibe?
Creo que ambas van ligadas. La carencia de cultura científica puede tener muchos orígenes, pero uno es, sin duda, lo que yo llamo tener en propiedad una mente liviana. Estas mentes livianas son perezosas a la hora de reflexionar, prefieren asimilar la información que les viene mascada. Y, por desgracia, los medios de comunicación a menudo dan pábulo a las teorías de la conspiración. De hecho, mis propios alumnos han oído hablar antes de la teoría de la conspiración lunar que de los viajes a la Luna. Muy triste.
Supongo que esto se lo habrán dicho en más de una ocasión, pero ¿qué hay de malo en que la gente crea que nunca se pisó la Luna?
No crea, no me lo han dicho tanto. Podría contestar con una pregunta, ¿qué hay de malo si pensamos que llueve porque hemos obrado mal? El problema está en dos ramas: por un lado el desconocimiento de cómo han ocurrido las cosas nos convierte en incultos y, por otro, los que le dan a la lengua para convencernos de que todo fue un fraude se están forrando a costa de esta incultura de los crédulos, es decir, de las mentes livianas. Y que conste que todos tenemos mentes livianas en uno u otro campo, el secreto está en hacer el esfuerzo por intentar aprender y conocer cómo funcionan las cosas.
Uno de los hechos que más hacen dudar a la gente es que no se ha vuelto a la Luna después del Apolo XVII, ¿qué piensa?
Hemos ido seis veces, doce hombres han pisado la Luna. Más de lo necesario según los propósitos reales de las misiones Apolo. Hay que ser realistas: se invirtieron unos 25.000 millones de dólares para ganar la Guerra Fría, para adelantar a los soviéticos en la carrera espacial. La Luna no era un fin, era un medio. Suelo decir que cuando Neil Armstrong puso el pie en suelo selenita se podría haber metido dentro del Eagle y volver a la Tierra, porque el efecto mediático iba a ser el mismo. En la película Apolo 13, muy recomendable, se presenta esta situación muy bien: dos misiones después del Apolo 11 la Luna ya no tenía interés para el pueblo.
Gracias a las visitas a nuestro satélite hemos obtenido muchos conocimientos científicos y tecnológicos, hay que reconocerlo. Pero los fines eran políticos, por mucho que nos empeñemos. La NASA, a raíz del recorte presupuestario sufrido tras el accidente del Apolo 13, puso su mira en otros objetivos.
En una sociedad tan tecnológica como la actual ¿cómo es posible que se ponga en duda la tecnología necesaria para ir a la Luna?
Precisamente, en la pregunta está la respuesta. En una sociedad tan tecnológica estamos imbuidos por la arrogancia del siglo XXI: todo lo que sea de una época anterior es de risa. Eso no es así, en los años '60 se contaba con una tecnología más que suficiente en todos los sentidos: electrónica, informática, materiales, aerodinámica...
En internet se difunden conspiraciones y creencias pseudocientíficas. Como educador ¿cómo se puede sacar el mayor partido a la red de redes?
Este aspecto de internet es el que me interesa. Mando a mis alumnos muchos trabajos en los que tienen que contrastar fuentes. No valecopy-paste de lo primero que vea. Tienen que buscarme cualquier tipo de mito, leyenda o bulo que se pueda desmentir con sus conocimientos de ciencias y con alguna otra fuente contrastada. Guiarlos es fundamental. Tienes que enseñarles qué son las revistas científicas, dónde consultar, etc. Pero puedo asegurar que, a la mayoría, les encanta encontrar ellos mismos explicación razonada de las cosas.
Desde hace unos años programas como Planeta Encantado o Cuarto Milenio difunden la idea de que el ser humano llego a la Luna y, una vez allí, encontró restos de una civilización extraterrestre, ¿Estas ideas tienen algo de fundamento?
Lógicamente no. No son vídeos reales y se ha demostrado.
¿Volveremos alguna vez a la Luna, o la exploración espacial va por otros caminos?
El futuro de la exploración espacial tendrá múltiples caminos. De hecho los está teniendo. Apostaría por que sí se irá a la Luna. A la larga será más económico enviar misiones tripuladas desde la Luna, la gravedad es seis veces inferior, no hay atmósfera, etc. Pero es el futuro, por tanto, hoy es ciencia ficción.