Víctor José del Campo Díaz y Ainhoa Mendibil, de la Escuela Superior de Ingeniería de la UPV/EHU

"La gente no es consciente de lo que supone la mala calidad del aire en interiores"

Según las estadísticas, los hombres y mujeres occidentales pasan el 95 % del tiempo en ambientes interiores, como la casa, el trabajo, el coche, el cine, el metro, el autobús, los bares, etcétera. Por lo tanto el estudio y la garantía de la calidad del aire de esos ambientes es importante.

"La gente no es consciente de lo que supone la mala calidad del aire en interiores"
Víctor José del Campo y Ainhoa Mendibil. Foto: Lucía Álvarez.

El área de calidad de aire interior y ventilación del grupo ENEDI —Energética en la Edificación— de la Escuela Superior de Ingeniería de la UPV/EHU, investiga la calidad del aire de diversos interiores, como oficinas y centros de trabajo, viviendas, etc. bajo la dirección de Víctor del Campo.

“Se analiza dónde está construido un edificio, su entorno, su capacidad, su ocupación, su densidad (número de personas que lo ocupan), etc.”, explica Ainhoa Mendibil, integrante del equipo, que actualmente realiza su tesis doctoral en ese campo. Tras recopilar todos los datos se localizan los lugares críticos y se hace un plan para marcar los puntos donde se deben recoger las muestras. “Medimos la temperatura, la humedad, las corrientes de aire, los niveles de monóxidos y de dióxidos, etc. Realizamos un muestreo y analizamos las muestras en el laboratorio”.

“El avance en nuestra línea de investigación vino propiciada por la empresa VISESA —sociedad promotora pública del Gobierno Vasco—, que ha mostrado su preocupación por la calidad del aire de sus edificaciones”. En la actualidad trabajan con Haurreskolak —consorcio de escuelas infantiles dependientes de la Consejería de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco— en un estudio de la calidad de aire interior en sus centros. “Estamos muy agradecidos a la Consejería por su colaboración y por su valentía al tratar este tema”, aclara del Campo.

Calidad del aire y entornos escolares

“Ya en los años 90 se presentaron varias ponencias en diversos congresos. En dichas ponencias se ponía de manifiesto la preocupación por la calidad del aire de las escuelas. Incluso se señalaba cierta correlación estadística: a peor calidad de aire, peor rendimiento escolar y mayor absentismo”, explica del Campo.

Pero, ¿qué contaminantes encontramos en el aire interior? Los hay de varios tipos. Están los contaminantes microbiológicos —hongos, bacterias, suciedad—, los contaminantes químicos procedentes del aire exterior, la contaminación causada por materiales de construcción —pinturas, barnices, colas, etc.—, los ruidos, y los campos electromagnéticos. Pero uno de los factores más importantes, además de los contaminantes en sí, es la falta de ventilación. “En las escuelas, por ejemplo, existen ciertos contaminantes en el aire; pero la importante falta de ventilación detectada agrava el problema”, explica Mendibil.

La falta de ventilación, es decir, la falta de renovación del aire, hace que aumenten las concentraciones de los contaminantes en el aire. “Esos contaminantes suelen tener una densidad mayor que la del aire, por lo que tienden a bajar, precisamente, a la zona en la que se mueven los niños”, aclara Mendibil. Por todo ello, una de las principales líneas de investigación de este grupo es la falta de ventilación natural de las escuelas, y cómo dicha falta de ventilación afecta a la contaminación interior. “En las escuelas detectamos, principalmente, contaminantes biológicos y químicos. Hay que tener en cuenta que muchos materiales de construcción, como los muebles o las pinturas, contienen compuestos volátiles que contribuyen a una mala calidad del aire interior, sobre todo si la ventilación no es adecuada”, matiza.

También las personas contribuimos a la contaminación del aire. “Respiramos oxígeno y exhalamos CO2, de manera que si el aire no se renueva suficientemente, la calidad del aire que respiramos disminuye”, explica Mendibil. Pero, ¿a qué se debe esta falta de ventilación? “Tras la crisis energética de los 70, la construcción en occidente reaccionó reduciendo al máximo la ventilación de los edificios para hacerlos tan estancos como fuera posible, y así evitar fugas de calor y aprovechar mejor la energía”, aclara del Campo. A consecuencia de ello comenzaron a aparecer casos del denominado ‘síndrome del edificio enfermo’, que tiene una gran incidencia en oficinas y produce dolores de cabeza, irritación de los ojos y las mucosas, aumento del número de bajas laborales, etc. Se trata de simples molestias, pero es preciso añadir, “sin ánimo de crear que alarma”, que pueden tener efectos agudos —como enfermedades respiratorias— a largo plazo.

“Nuestro trabajo consiste en determinar si la calidad del aire es o no es mala, en definir las causas implicadas, y en buscar soluciones sostenibles, que es en lo que estamos inmersos ahora”, aclara del Campo.

Calidad del aire de las Haurreskolak

Tal y como ya se ha mencionado, en este momento el equipo está centrado en estudiar la calidad del aire de las Haurreskolak. ¿La calidad del aire de esas escuelas es buena o mala? “Depende”, contesta Mendibil. “¿Es mala la calidad del aire? No, ¿Buena? Tampoco. Depende mucho de dónde esté situada la Haurreskola”. No es lo mismo que una escuela esté en el centro de Bilbao que en Oion, por ejemplo. “Pero no hay que equivocarse. La escuela de Bilbao tendrá contaminantes propios de la ciudad, pero la calidad del aire de Oion, en época de polinización, puede ser peor”, subraya Mendibil. “Lo que sí es una constante es la falta de ventilación. Donde ya existen problemas, los agrava. Y donde no los hay, los puede generar”.

El objetivo de esta investigación que estamos llevando a cabo en las Haurreskolak es identificar los problemas que existen, ver cómo se pueden combatir, y tomar medidas para que en el futuro las escuelas se construyan o se renueven con elementos y materiales con un bajo nivel de emisión de contaminantes del aire.

El problema reside en que el Nuevo Código de la Edificación establece los niveles de calidad del aire que deben tener las nuevas edificaciones, pero no cómo conseguirlos. “Muchos materiales que encontramos en el mercado —por ejemplo materiales para el hogar— contaminan el aire de nuestros hogares o de las escuelas. Nosotros investigamos todo ello para establecer un protocolo de actuación y poder cumplir la ley”, explica del Campo. “Una solución son las casas pasivas”, dice Mendibil. “Nosotros proponemos que se construya de manera que se facilite la ventilación natural tanto como sea posible sin provocar un incremento en el gasto de energía”.

Falta de concienciación

Según Víctor del Campo, “la gente no es consciente de lo que supone la mala calidad del aire de interiores. La mayoría piensa que el aire de mala calidad está fuera, en la calle, y no se da cuenta de que gran parte de esa contaminación entra dentro de los edificios. De esa forma, la contaminación del aire de interiores se debe a la contaminación exterior y a la propia contaminación que se genera en el interior”. Y es que las estadísticas indican que los hombres y mujeres occidentales pasan alrededor del 95% del tiempo en interiores. “Habrá que preguntarse qué hacemos en esos ambientes”, piensa del Campo. “El que no se fume en los interiores ha solucionado bastante el problema, más allá de la simple molestia que provoca el humo”, matiza Mendibil.

Para concluir, ¿Cómo se puede saber si la calidad del aire de ciertos lugares es o no es mala? En palabras de del Campo, “si vas a un cine y sales con dolor de cabeza, y vuelves a ir al mismo cine y vuelves a salir con dolor de cabeza, empieza a sospechar”.

Más información: www.basqueresearch.com

Fuente: UPV/EHU
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