Jesús Martínez Frías es Doctor en Ciencias Geológicas y experto en meteoritos y geología planetaria. Es Investigador Científico del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), asociado al NASA Astrobiology Institute. Fue primer director del Laboratorio de Geología Planetaria del CAB y actualmente co-dirige la Unidad Asociada CSIC/UVA de Espectroscopía Raman e IR aplicada a Cosmogeoquímica y Astrobiología. Además, es Profesor “Ad Honorem” de Geoquímica Planetaria de la Universidad Politécnica de Madrid. Ha participado y dirigido más de 35 proyectos de investigación y varias campañas científicas. Es autor y editor de 6 libros, cuenta con más de 200 publicaciones en revistas científicas y ha impartido más de un centenar de conferencias invitadas en España, Francia, Portugal, Alemania, Austria, Canadá, México y EEUU.
¿Cuándo comenzó a interesarse en lo que hay allí arriba?
Mis padres contribuyeron de manera decisiva a promover mi curiosidad por las cosas. Siempre me ha interesado el Espacio. Ya de pequeño, con 7 u 8 años, era un gran lector, sobre todo de tebeos. A mí me gustaban los comics de superhéroes: los 4 Fantásticos, la Patrulla X (hoy conocidos como X-Men), los Vengadores, Spiderman, etc. En esa época, a finales de los 60, acababan de llegar a España y eran algo extraordinario. Me ayudaron a abrir mi mente y a mantener viva la curiosidad y el interés por la lectura sobre un tema con el que disfrutaba. Con 8 años la llegada a la Luna me dejó totalmente impresionado. Luego vinieron los libros de divulgación y las novelas y el cine de ciencia ficción y, justo antes de entrar en la universidad, Enrique, mi fantástico profesor de geología del Instituto Calderón de la Barca de Madrid, me situó en la trayectoria académica adecuada. Posteriormente, estando ya en la Facultad, algunos de mis profesores, y Carl Sagan, con la maravillosa serie “Cosmos”, hicieron que supiera a lo que quería dedicarme.
¿Cuáles considera que son los principales retos de investigación en geología planetaria?
Los desafíos más importantes radican en establecer las claves que nos ofrece la Tierra para investigar otros planetas y lo que el Espacio, a través del estudio de los meteoritos y otros planetas y sistemas planetarios, nos enseña para comprender la formación y evolución del nuestro.
¿Hasta qué punto conocemos los planetas que nos rodean?
Durante los últimos años hemos sido testigos de avances sin precedentes en la exploración e investigación de los planetas que nos rodean, especialmente sobre la Luna, Marte y algunas lunas de Júpiter y Saturno. No obstante, como se ilustra en el enigmático grabado de Flammarion, creo que estamos solamente “sacando la cabeza” y empezando a atisbar todo lo que aún nos queda por descubrir. Estoy convencido de que nos esperan grandes sorpresas y que la aventura de la exploración planetaria se encuentra en sus fases más iniciales.
¿Por qué le llama la atención específicamente esta área de la astronomía: la geología planetaria y los meteoritos?
La geología planetaria o astrogeología está relacionada con la astronomía, pero constituye un campo científico diferenciado y con entidad propia en el área de las Ciencias de la Tierra y del Espacio. Específicamente me interesan las conexiones entre la materia y la vida en el marco de la coevolución geobiológica de nuestro planeta y la detección de marcadores que nos ayuden a determinar las condiciones de habitabilidad de otros ambientes planetarios. Con respecto a los meteoritos, tanto los de origen asteroidal como planetario, su estudio es fascinante ya que son cruciales para establecer las claves mineralógicas y geoquímicas de la material primigenia de la que procede la Tierra y nosotros mismos.
¿Cómo podemos estudiar lo que ocurrió en otros cuerpos planetarios analizando casos análogos en la Tierra?
La Tierra es, hasta el momento, un planeta único, no sólo por la existencia de vida sino por la ingente variedad de ambientes pasados y presentes, generados tras 4.500 millones de años de evolución, gracias a su “vitalidad geológica” manifestada a través de su geodinámica interna y externa. Es cierto que no hay ningún lugar en la Tierra que sea exactamente como Marte o como Titán, pero sí podemos aprender de determinadas zonas singulares de nuestro planeta, que denominamos “análogos”, donde caracterizar procesos similares a los que ocurren (u ocurrieron) en ellos, probar nuevas tecnologías, o investigar la vida en condiciones extremas, tal vez plausibles en otros ambientes planetarios. En España destacaría cuatro zonas de gran interés astrobiológico, Río Tinto, el sistema hidrotermal-evaporítico del Jaroso-Sorbas-Cabo de Gata, las mineralizaciones relacionadas con emisiones de metano del Golfo de Cádiz y el archipiélago de las Islas Canarias.
A menudo se dice que Marte pudo ser en el pasado lo que ahora es la Tierra. Si esto es así, ¿la investigación de Marte puede conducirnos a evitar que a nuestro planeta le pueda ocurrir algo similar?
Aún no sabemos con certeza cómo fue el pasado de Marte ni el de la Tierra. Sólo disponemos de una serie de piezas de conocimiento que nos permiten componer un puzzle, que requiere una colaboración multidisciplinar. La planetología comparada Marte-Tierra constituye una herramienta muy importante para aproximarnos al conocimiento de nuestro pasado, pero creo que, a diferencia de los procesos naturales que pudieron ocurrir en Marte, el ser humano tiene una gran responsabilidad de lo que pueda ocurrirle a la Tierra.
¿Qué beneficios puede reportarnos la investigación de Marte?
La exploración forma parte de la búsqueda del conocimiento del ser humano. La exploración espacial en su conjunto, y la de Marte en concreto, es parte de este proceso continuo de descubrimiento que nos hace avanzar como especie y entender la Naturaleza y el universo que nos rodea. Marte es, por tanto, sólo un paso más, aunque cualitativamente muy relevante por lo que supone de desafío científico y tecnológico.
¿Cree que resulta necesaria una exploración humana del planeta rojo o que basta con enviar robots y naves autónomas?
En este momento, creo que la exploración de Marte debe realizarse mediante robots y naves autónomas, ya que existen muchas dificultades que hay que resolver previamente antes de enviar una misión tripulada. De la misma forma, creo que, cuando se solventen estas dificultades, seré el primero en solicitar y justificar la realización de dicha misión con humanos. También hay que ser muy cautos en todo este proceso y asegurarnos, dentro de lo que se denomina “Protección Planetaria”, de que no hay vida en Marte antes de contaminar el planeta enviando vida allí.
Cada cierto tiempo aparecen noticias sobre el agua y Marte y otros hallazgos. ¿Cree que la investigación científica en Marte todavía nos puede reportar alguna sorpresa importante? Si es así, ¿cuáles cree que podrían ser esas posibles futuras noticias?
Estoy convencido de que Marte conserva aún mucho por descubrir y, en este sentido, espero que las próximas misiones de NASA y ESA en las que estamos participando puedan dar respuesta a algunas de estas cuestiones. Evidentemente, como científico del Centro de Astrobiología, no puedo obviar la importancia que tendría para toda la humanidad saber si en Marte existe vida, o si esta existió en el pasado. Sin duda, esos posibles microorganismos revolucionarían nuestros esquemas.