Un estudio internacional con participación del CSIC demuestra que, a diferencia de lo que se creía, las zonas secas y pastoreadas son reservorios de diversidad vegetal. Esta incluso puede aumentar con la aridez. La flora de estos ecosistemas inhóspitos desarrolla estrategias únicas de adaptación para asegurar su supervivencia.
Las plantas del género Stauracanthus, endémicas de la Península y norte de África, fijan nitrógeno atmosférico en el suelo, retienen la arena de las dunas, y permiten el desarrollo de comunidades más complejas. Sus respuestas al clima y tipo de suelo hacen que las tres especies crezcan en áreas contiguas, pero nunca juntas. Así lo revela un nuevo estudio liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales que ha determinado la historia evolutiva de estas plantas.
Bacterias y hongos del suelo aportan fertilidad y actúan como sumideros de CO2. Para entender cómo un aumento de los microbios mejora la capacidad de los ecosistemas, un equipo, liderado por la Universidad Rey Juan Carlos, ha evaluado por primera vez los efectos de las comunidades de microorganismos en las funciones y servicios que realizan los ecosistemas terrestres. Lo resultados indican que cualquier pérdida de diversidad microbiana a consecuencia del cambio global tendrá una repercusión negativa en la provisión de estos servicios.
El incremento de aridez predicho para finales de siglo XXI por los efectos del cambio climático disminuirá la abundancia y diversidad de las comunidades microbianas del suelo en las zonas áridas de la Tierra. Así lo sugiere un estudio internacional liderado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos, que advierte sobre las posibles consecuencias negativas para la fertilidad del suelo en estas zonas secas.
Las comunidades de bacterias, musgos y líquenes que habitan los suelos áridos mejoran la infiltración al reducir el agua que escurre por la superficie y frenar los procesos de degradación. Según los investigadores de la Universidad de Almería y de la Estación Experimental de Zonas Áridas, la inoculación de estas especies en zonas desérticas podría ser el primer paso para la regeneración de ecosistemas con déficit hídrico.
Un equipo de científicos de la Universidad de Almería ha creado un modelo matemático para caracterizar y hacer predicciones sobre el hábitat del tejón. La tecnología de satélite permite disponer de forma continua, tanto en el espacio como en el tiempo, variables que describen el funcionamiento de los ecosistemas.
Investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas han evaluado los posibles efectos del cambio climático en el Sureste de la Península, tomando como modelo el análisis de una de las plantas más comunes de este tipo de entornos, Phagnalon saxatile.
Un equipo multidisciplinar recopila datos climáticos de los últimos cinco siglos para explicar la variabilidad de los eventos hidrológicos extremos en el sureste de la Península Ibérica.