Solo el 3% de todas las aves es capaz de ver de noche, un comportamiento que caracteriza al kiwi –una especie en peligro de extinción, endémica de Nueva Zelanda–. La secuenciación de su genoma, el mayor realizado en pájaros, ha permitido explicar las razones de esta adaptación al mundo nocturno.
Un nuevo estudio muestra que las polillas halcón reducen la velocidad de su visión para conseguir captar más luz durante la noche. Aunque a cambio pierden parte de su velocidad de reacción, es suficiente para seguir las oscilaciones de las flores de las que se están alimentando. Estos hallazgos podrían ser utilizados por la aviación estadounidense para diseñar la próxima generación de robots voladores.
Primerísimo plano de la abeja Megalopta, con sus ojos de visión nocturna.
Desvelan el secreto de la visión nocturna en la “arquitectura” no convencional del ADN