Los resultados de un estudio en ratas, llevado a cabo en EE UU, podrían tener importantes implicaciones en el tratamiento de niños con cáncer. Según los autores, en prepúberes la quimioterapia debería ir precedida de la recogida y congelación de células madre espermatogénicas, contenidas en el tejido testicular, para una eventual reimplantación en la edad adulta.
Uno de los problemas de los niños con cáncer infantil es que las terapias que necesitan pueden causan infertilidad, y ellos aún no producen espermatozoides que preservar. Ahora, un equipo de investigadores ha congelado el tejido testicular de monos antes de su pubertad y, pasado el tiempo, lo ha descongelado e injertado en esos mismos monos. El esperma así generado ha servido para fecundar óvulos, de los que ha nacido Grady, una hembra sana.
La masculinización en el feto humano no solo es fruto de la testosterona fabricada por los testículos. Un nuevo estudio publicado en PLOS Biology confirma que el desarrollo fetal del pene requiere también de otras hormonas, como la androsterona, producidas por la placenta y otros órganos.
La mayoría de los mamíferos tienen sus gónadas masculinas en el escroto para conservarse frescas. Solo los afroterios, como los elefantes, guardan estos órganos blandos en el interior del abdomen. El rastreo de genes antiguos permite escribir la historia evolutiva de su posición estratégica.
Investigadores españoles han comparado los efectos en el funcionamiento de los testículos de una dieta rica en aceite de oliva y otra a base de mantequilla. Las pruebas con ratas constatan que el ‘oro líquido’ protege de daños celulares las gónadas masculinas.
Uno de cada diez mil individuos padece hipogonadismo congénito, una alteración que causa infertilidad, problemas en el crecimiento y alteraciones psicológicas. Un equipo internacional de expertos en salud sexual y reproductiva, en el que participan científicos de centros cordobeses, ha definido los mecanismos genéticos de esta enfermedad, además de los factores ambientales que interfieren en la maduración de sus circuitos cerebrales.
El potente rugido del mono aullador de América, que fascinó a Darwin, es su arma de seducción y de defensa: atrae a las hembras para el apareamiento y ahuyenta a sus rivales a kilómetros de distancia. Ahora, un nuevo estudio revela que los dueños de los aullidos más poderosos poseen gónadas de menor tamaño, y viceversa. No se puede tener todo en la vida, tampoco a la hora de competir sexualmente.
Un estudio de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) afirma que las hembras de algunas especies de mamíferos crean confusión en la paternidad de los machos para proteger a las crías del infanticidio. Debido a esta competición, los machos de estas especies han experimentado un aumento de sus testículos.
Los cerebros de todos los varones no reaccionan igual ante sus niños. Un estudio realizado a partir de escáneres cerebrales indica que los hombres con menor volumen testicular están más implicados en los cuidados paternales. Los autores señalan que el tamaño de las gónadas tiene que ver con la producción de testosterona, y esta, con la energía que los machos invierten en la crianza.