Los parlamentarios españoles utilizan la red social para dar más repercusión a sus mensajes políticos, pero no para generar un diálogo con sus seguidores. La conversación con ellos aún es marginal o inexistente, lo que aleja su estrategia del ideal de comunicación política.
La estructura desigual de Twitter, donde unos pocos usuarios tienen muchos seguidores y la gran mayoría apenas unas docenas, favorece que los mensajes de los más influyentes tengan mucha más repercusión. Los que son menos populares pueden compensarlo incrementando su actividad y sus tuits, pero el resultado será costoso e ineficiente. Así lo confirma un análisis de esta red social efectuado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid.