Un equipo científico mapea casi 6.000 proteínas de distintos tipos celulares del ojo, analizando pequeñas gotas de líquido ocular, para predecir la edad de una persona sana basándose en su perfil proteínico. Gracias a un modelo de inteligencia artificial que procesa esa información, se podrían observar también enfermedades asociadas a un envejecimiento molecular significativo.
El ‘eating jet lag’ o irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana está asociado a un mayor índice de masa corporal, indicador de un peso saludable. Los resultados muestran que el mayor efecto sobre este marcador se produce a partir de 3,5 horas de diferencia horaria con respecto al resto de días de la semana.
Nuestro cuerpo quema hasta un 10% más de calorías al final de la tarde que a primera hora de la mañana cuando la tasa metabólica es menor. Esta es la principal conclusión de un estudio que analiza cómo afecta el ritmo circadiano al metabolismo humano.
Una investigación de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona indica que el consumo de fruta modula la funcionalidad del organismo de manera diferente si se come en la época del año que corresponde o fuera de temporada. Por ejemplo, el equipo ha demostrado en ratas que comer cerezas puede alterar el reloj molecular del tejido adiposo si no se hace en su estación.
En pacientes que están recibiendo tratamiento químico contra el cáncer, la alteración de sus relojes circadianos se asocia con síntomas de cansancio y pérdida de peso corporal, dos de las consecuencias más preocupantes de esta terapia.
Un reciente estudio desarrollado por un grupo de científicos australianos, estadounidenses y europeos, en el que participa la Universidad de Valladolid y el INIA, ha establecido que el llamado reloj biólogico no sólo es privativo de los seres humanos, sino que también lo tienen los ecosistemas. Los resultados de este trabajo han sido recogidos en un artículo publicado en la revista Global Change Biology.