Investigadores de EE UU han comprobado mediante simulaciones por ordenador que las propiedades de las partículas lunares son adecuadas para funcionar eficazmente como parasol y bloquear así la radiación solar. El equipo propone que el polvo podría ser lanzado desde la superficie lunar o desde una estación espacial situada entre la Tierra y el Sol.
El calor tan sólo es una consecuencia que se suma a otros tantos efectos positivos y negativos que el sol puede causar en las personas, en su estado de ánimo, en su sistema inmune y, cómo no, en nuestro mayor órgano: la piel. Una nueva investigación, realizada por investigadores de la Universidad de Málaga (UMA), muestra que la obsesión por un bonito bronceado es uno de los principales puntos débiles de la concienciación ciudadana sobre el sol.