Un nuevo estudio demuestra que la cadena de transporte de electrones mitocondrial ajusta su eficiencia energética para adaptarse a las necesidades del organismo, como las producidas por un ejercicio físico intenso. Así, la proteína SCAF1 actúa como un factor regulador que permite a la mitocondria adaptarse a la fuente nutricional disponible de azúcares, grasas o proteínas.