Las plantas carnívoras de Asia, Australia y América comparten un rasgo común a pesar de la distancia que las separa: la maquinaria genética para digerir insectos. Un estudio internacional con participación española, que ha analizado tres especies –una en cada continente–, revela que las plantas utilizan las mismas rutas evolutivas que las llevan a ‘saborear’ la carne de sus presas.
Casi doscientos años después del descubrimiento de una especie de mosca de las flores en la zona central de Brasil, un equipo de científicos con participación española, demuestra por primera vez que las larvas de este insecto consiguen alimentarse de las presas atrapadas en las pegajosas hojas de las plantas carnívoras. Se trata del primer caso de insectos comensales 'no invitados' de este tipo de plantas llamadas atrapamoscas.
Investigadores de la Universidad de Cádiz describen las peculiaridades ecológicas de Drosophyllum lusitanicum, conocida también como ‘atrapamoscas’, una planta que se alimenta de insectos atrayéndolos mediante la producción de un aroma dulce. Los científicos demostraron que tras un incendio, en formaciones maduras de herriza, las plantas de Drosophyllum son mucho menos exitosas capturando insectos.