La revista Nature publica esta semana tres estudios que analizan a fondo el terremoto que, en abril de 2012, sacudió la isla indonesia de Sumatra y sus consecuencias. Los trabajos sugieren el comienzo de una fractura tectónica entre India y Australia.
Miles de vidas truncadas, pueblos sumergidos y desolados, y centrales nucleares descontroladas: el país nipón se enfrenta a su peor pesadilla desde que el 11 de marzo sufriera un terremoto de 9 grados en la escala de Richter y un tsunami devastador. Pero seísmos y maremotos conviven desde siempre con una isla que no existiría si no fuera por el movimiento constante de las placas tectónicas.
El manto litosférico actual de la Península Ibérica, situado entre los 30 y los 150 kilómetros de profundidad, nació hace 290 millones de años por los movimientos de las placas tectónicas que tuvieron lugar en aquel momento, cuando el territorio actual de España y Portugal ocupaba el centro de Pangea. Un equipo internacional demuestra esta teoría en la revista Geology.
La investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), María José Jurado, ha participado en la primera expedición internacional a bordo del Chikyu (Tierra, en japonés), el mayor y más sofisticado buque oceanográfico del mundo. El equipo ha estudiado, mediante prospecciones en el subsuelo marino, los mecanismos generadores de terremotos y tsunamis, así como la historia climática del planeta.
La mayoría de los volcanes activos conocidos se ubican en las fronteras entre dos placas tectónicas, donde se facilita el aumento de magma desde el manto. Científicos del Institut de Recherche pour le Développement (IRD) y de la Universidad de Chile han estudiado los movimientos de la placa para averiguar si influye en la formación de puntos calientes, lo que significaría que éstos no son tan estáticos como se creía.