Las perdices de granja son el objeto de estudio de una nueva investigación de la Universidad de León que ha realizado un experimento para demostrar si es posible entrenar a estos animales, a través de aves ‘tutoras’ adultas, para que su supervivencia en la vida salvaje sea mayor. Sus resultados apuntan a que este sistema de aprendizaje es eficaz ante sus depredadores.
Los ornamentos coloreados de muchos animales son producto de la selección sexual ya que indican la calidad del animal. Una investigación, con participación española, ha descubierto que en el caso de las perdices, para lucir su característica coloración roja deben sufrir cierto nivel de estrés oxidativo además de ingerir carotenoides. Este mecanismo podría explicar la evolución de las coloraciones rojas en muchas especies de anfibios, peces, reptiles y aves.
La suelta de perdices criadas en granjas para aumentar el rendimiento cinegético de perdiz roja (Alectoris rufa) no favorece a sus poblaciones, sino que consigue justamente el efecto contrario, según demuestra una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Castilla-La Mancha.
Un grupo de investigadores del Centro de Investigación en Salud Animal (CReSA) estudiaron la susceptibilidad de la perdiz roja a dos cepas del virus de la gripe aviar y demostraron que esta especie puede contribuir a la propagación de un potencial brote local del virus.
Un equipo del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas -CSIC-, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha), en Ciudad Real, ha estudiado la transferencia de plomo de los perdigones de caza a la carne de codorniz durante su cocción. Los investigadores han comprobado que un solo perdigón por pechuga es suficiente para contaminar la carne por encima de los niveles máximos de plomo establecidos por la Unión Europea en carne de aves de corral: 0,1 microgramos de plomo por gramo de tejido (µg/g).