Un estudio internacional, con participación del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos ECOAQUA, apunta que estas sustancias pueden inducir rápidamente los procesos biológicos relacionados con el cambio que experimentan los animales en su desarrollo, al alterar el ciclo y los tiempos naturales.
En la metamorfosis simple, como la de las cucarachas o los saltamontes, del huevo emerge una ninfa muy similar al adulto. En cambio, en la metamorfosis completa, la de las moscas o las mariposas, aparece una larva muy diferente al adulto. Un estudio liderado por el Instituto de Biología Evolutiva indica que los niveles del factor E93 en el embrión del insecto determinarían su tipo de evolución.
Un equipo de investigación del Instituto de Biología Evolutiva ha identificado el gen responsable de iniciar la metamorfosis de los insectos: el E93. Esta unidad de información genética ya era conocida por promover la formación de las estructuras adultas durante la metamorfosis, pero se desconocía que era el único imprescindible para iniciar el proceso.
E93, Krüppel-Homolog 1 y Broad-Complex son proteínas que actúan secuencialmente para dirigir la metamorfosis en insectos, si se inhibe cualquiera de las tres, el insecto no llegará a ser adulto y por tanto no podrá reproducirse. Este es el principal resultado de un estudio dirigido por investigadores del Instituto de Biología Evolutiva y que abre una vía para diseñar insecticidas.
La metamorfosis de Kafka cumple cien años ./WEARBEARD
Un vídeo de 60 segundos, elaborado por el fotógrafo Anand Varma, muestra la evolución de las abejas obreras desde que son pequeñas larvas hasta que a los 21 días alcanzan su forma definitiva y salen volando. Mientras se desarrollan, las crías sufren la amenaza de unos pequeños ácaros parásitos.
Un trabajo del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), publicado esta semana en la revista PNAS, revela que la correcta metamorfosis de los insectos depende de un microARN, una cadena muy corta de ARN (ácido ribonucleico) llamada miR-2, de apenas 20 nucleótidos. Así lo han comprobado en la cucaracha Blattella germanica.
Los mercaderes que recorrían en el siglo XV la Ruta de la Seda no podían imaginarse que con los insignificantes gusanos que producían sus telas se reconstruirían, seis siglos después, los huesos dañados de sus descendientes. Ese tesoro biológico es ahora la meta del nuevo centro de I+D del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA): explotar sus prodigiosas proteínas para la medicina regenerativa, la ingeniería de tejidos y la cosmética natural.
Larva de gusano de seda elaborando el capullo como paso previo al periodo de metamorfosis. / Salvador D. Aznar Cervantes