Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y el Museo Nacional de Ciencias Naturales han desarrollado un dispositivo, de código abierto, que cuantifica la actividad de musgos y líquenes según su contenido en agua. Midiendo la conductividad eléctrica se puede saber si están hidratados y activos, secos e inactivos, o con valores intermedios.
La temperatura en la Antártida bajó entre 1998 y 2014, pero se prevé que aumente 0,34 ºC por década hasta 2100. Estos cambios de temperatura en el continente helado afectan de manera rápida y drástica al desarrollo de los líquenes, según un estudio liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El trabajo revela que los líquenes antárticos reflejan el impacto de unos cambios térmicos complejos de los que se tienen pocos datos aún.
Desde hace décadas se conoce la capacidad antioxidante de los líquenes, aunque apenas se ha investigado desde el punto de vista farmacológico. Investigadores de la facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid han revisado cerca de un centenar de estudios donde, mediante modelos celulares y animales, se describen las posibles aplicaciones terapéuticas de estos organismos.
Esta semana dos cosmonautas rusos han retirado del exterior de la Estación Espacial Internacional una plataforma en la que muestras de un liquen ‘vagante’ recogido en Guadalajara (España) llevaban expuestas a la radiación extraterrestre desde 2014. Ahora regresarán de nuevo a la Tierra para ver cómo estos y otros organismos han superado la prueba. El objetivo es conocer su capacidad de resistencia a condiciones espaciales y parecidas a las de Marte.
Científicos europeos han recogido los diminutos hongos que se cobijan en las rocas de la Antártida y los han enviado a la Estación Espacial Internacional. Tras permanecer allí durante año y medio en condiciones parecidas a las de Marte, más de un 60% de sus células permanecían intactas, con el ADN estable. Los resultados aportan nueva información en la búsqueda de vida en el planeta rojo. En el mismo experimento también viajaron al espacio líquenes españoles de la Sierra de Gredos.
Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales han comprobado que la relación entre hongos y organismos fotosintéticos que da lugar a dos líquenes costeros del género Lichina no se produce por azar, sino que tiene un origen evolutivo. Los autores proponen a las especies analizadas como modelo para testar hipótesis de coevolución.
La combinación de técnicas fisiológicas y de microscopía electrónica mejora la evaluación in situ de la acción de los biocidas en las comunidades microbianas que causan el deterioro de monumentos, según revela una investigación liderada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales.