Encerrado entre bloques de viviendas languidece en Madrid el frontón Beti-Jai, testigo único del esplendor de la pelota vasca en la capital y hogar de los experimentos del ingeniero Leonardo Torres Quevedo. Mientras que una plataforma ciudadana lucha por su rehabilitación, esta joya de la arquitectura del siglo XIX vive ahora pendiente de una resolución judicial que aclarará su futuro.