Los niveles más bajos de actividad física moderada-vigorosa predicen el desarrollo de mayor fragilidad en las personas mayores. Sin embargo, no se halló relación entre un mayor tiempo sedentario y este estado asociado al envejecimiento. Los expertos proponen intervenciones terapéuticas que aumenten el grado de ejercicio realizado.
Un reciente trabajo, coordinado por la Universidad Autónoma de Madrid, ha demostrado que los adultos mayores con un alto consumo de azúcares añadidos en su dieta tienen más riesgo de desarrollar fragilidad, que se traduce en un mayor número de caídas, más discapacidad, institucionalización y muerte prematura. Los resultados se basan en una muestra representativa de casi 2.000 personas de más de 60 años.
La adherencia a un patrón de dieta mediterráneo se asocia con menor riesgo de fragilidad en mujeres mayores que sufren diabetes, según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid. La diabetes es una enfermedad que acelera la pérdida de masa muscular, y algunos fármacos antidiabéticos contribuyen a esta pérdida de músculo.
La contaminación ambiental aumenta sustancialmente el riesgo de enfermar y morir. Así concluye un estudio, realizado por expertos de la Universidad Autónoma de Madrid, que señala cómo los ancianos son aún más vulnerables a los efectos de la contaminación, ya que tienen menor capacidad para eliminar ciertos contaminantes del organismo y su tiempo de acumulación ha sido mayor.