Las zonas áridas de Andalucía se caracterizan porque en su parte más superficial presentan una fina capa (invisible al ojo humano) donde viven una gran cantidad de comunidades de microorganismos como bacterias, algas, hongos, musgos o líquenes y que los expertos denominan costras biológicas del suelo. Investigadores de la Universidad de Almería han demostrado los efectos de estas comunidades para la estabilidad de los suelos, el agua, los sedimentos, la distribución de nutrientes en el paisaje y, en última instancia, para mantener el buen funcionamiento del ecosistema.