Al final del Pleistoceno se produjo un cambio en la cuenca mediterránea que llevó a sus habitantes a alimentarse con animales más pequeños, como los conejos. Estas variaciones en la dieta pudieron deberse a cambios ecológicos que afectaron a las comunidades de grandes mamíferos, reduciendo su población o incluso haciéndolas desaparecer. Esta es una de las conclusiones de un estudio en el que ha participado el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.
Hervidas, salteadas o a la brasa, las tortugas siempre han formado parte del menú de las culturas más exóticas. El hallazgo de marcas de procesamiento humano sobre restos fósiles de caparazón y huesos de tortuga en el yacimiento israelí de la Cueva de Qesem demuestra que los grupos humanos incluían ya hace 400.000 años a estos reptiles en sus dietas.