Las costras biológicas, compuestas por comunidades de organismos que viven en la superficie del suelo, pueden mitigar los efectos inducidos por el aumento de temperatura y la disminución de lluvia sobre la disponibilidad de metales en el suelo. Así lo demuestra un experimento de campo de siete años de duración en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid.
Las comunidades de bacterias, musgos y líquenes que habitan los suelos áridos mejoran la infiltración al reducir el agua que escurre por la superficie y frenar los procesos de degradación. Según los investigadores de la Universidad de Almería y de la Estación Experimental de Zonas Áridas, la inoculación de estas especies en zonas desérticas podría ser el primer paso para la regeneración de ecosistemas con déficit hídrico.