Químicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) han desarrollado un material que varía su conductividad eléctrica en presencia de compuestos orgánicos volátiles, además de cambiar su luminiscencia frente a la temperatura o la presión. El avance se puede aplicar en sensores de movimiento, ventanas inteligentes, pinturas termocrómicas y otros dispositivos.
Investigadores de la Universidad de Granada demuestran que introducir pequeñas modificaciones químicas en moléculas de ADN permiten la introducción de iones metálicos en su interior, manteniendo su estructura original de doble hebra y sus propiedades de reconocimiento (frente a otras moléculas de ADN, enzimas, proteínas, etc.). La estructura del ADN permanece prácticamente inalterada y los iones metálicos pueden aportar nuevas propiedades a las moléculas.
Investigadores de la Universidad de Valencia y Politécnica de Valencia han encontrado un método para conocer la conductividad térmica de las capas geológicas del subsuelo, localizando las más eficientes en la cesión o absorción de calor. La aplicación del trabajo en el diseño de intercambiadores para bombas de calor, utilizadas en climatización y agua caliente sanitaria, puede ahorrar hasta el 70% de energía consumida respecto a bombas convencionales.
Investigadores del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnologia (ICN2) han conseguido multiplicar por 250 la conductividad de un material cerámico, el iridato de estroncio, presionándolo con puntas nanométricas. El resultado supone un nuevo máximo en la literatura científica para este fenómeno llamado piezoresistividad, superando los valores de otros materiales utilizados en electrónica como los nanohilos de silicio o el grafeno.
Investigadores de la Universidad Jaume I han generado y patentado el primer nanofluido que puede trabajar a temperaturas de hasta 400º C, además de mejorar hasta un 30% la conductividad térmica de los fluidos de transferencia de calor actuales. El avance no supone un coste adicional para las industrias en los que se puede aplicar, como la petroquímica o las centrales energéticas.
Un reciente estudio, liderado por investigadores españoles, contribuye al desarrollo de electrodos con elevada conductividad, transparentes y flexibles para emplear en componentes electrónicos. La revista Nano Letters publica este hallazgo, que no trata únicamente un reto científico, sino también una necesidad tecnológica.