Un equipo de investigación ha demostrado que estos grandes simios, que no habían recibido un entrenamiento previo y que vivían en cautividad en zoológicos, fueron capaces de usar una lasca de sílex como herramienta para obtener una recompensa. Los resultados podrían aportar una nueva pieza al rompecabezas que supone el origen tecnológico del ser humano.
Un equipo de investigadores japoneses ha descubierto que especies marinas muy distintas entre sí se comportan de manera muy parecida nadando en círculos. Es el caso de varias especies de tiburones, pingüinos, tortugas y ciertos mamíferos marinos. Esta conducta, que sigue siendo un misterio para los científicos, podría deberse a diferentes maneras de buscar alimento, encontrar pareja u orientarse mejor.
La tonalidad de la indumentaria de las personas afecta al comportamiento de huida de la lagartija espinosa del noroeste. Un nuevo trabajo, desarrollado por investigadores estadounidenses, revela que la protagonista de #Cienciaalobestia siente más confianza hacía nosotros cuando vestimos con colores similares a los de su cuerpo. Estos hallazgos podrían minimizar las molestias que causan los ecoturistas y senderistas en el entorno.
Las especies que cantan más agudo se oyen mejor a través de los sonidos graves de la ciudad. Sin embargo, existen otras capacidades que son más importantes a la hora de adaptarse a la urbanización del territorio, como la de encontrar alimento o la de evitar peligros urbanos, según un estudio que cuenta con la participación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales.
Un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales indica que la detección de distintos tipos de peligro a través del olfato cambia la manera en que los roedores buscan y manipulan las bellotas. Debido al papel clave que tienen estos animales como dispersantes de semillas, esto puede afectar a la regeneración natural de las plantas.
Estudios experimentales de la Universidad Autónoma de Madrid han contribuido a determinar el papel que juegan los ocho ojos de la tarántula cuando necesita orientarse para regresar a su nido. Sus resultados evidencian que utiliza la luz polarizada del cielo para resolver el problema de la determinación de su posición en relación con el nido y que captan esta luz solo por uno de los cuatro pares de ojos, los medianos anteriores.