El análisis de 42 estudios científicos demuestra que los córvidos tienen mucho menos impacto que lo que se pensaba en otras especies de aves. / Jorge Piñeiro
En la literatura, los cuervos son señal de mal augurio y aliados de las brujas. La mayoría de la gente cree que roban, comen huevos de otras aves y limitan las poblaciones de otros pájaros. Pero un nuevo estudio, que ha recopilado más de 326 interacciones entre los córvidos y sus presas, demuestra que su mala reputación no está del todo justificada.
Un estudio liderado por investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas desvela que la pérdida de biodiversidad en ciudades no es el resultado del azar sino de la poca tolerancia de la mayor parte de especies a las alteraciones que conlleva la urbanización. Conocer qué aves están menos preparadas a la vida de ciudad es prioritario para evaluar los efectos de un futuro cada vez más urbanizado.