La atmósfera de Venus contiene trazas de una molécula que en nuestro planeta solo generan las actividades microbianas y humanas, y que huele a podrido en asociación con otros compuestos. El descubrimiento, realizado con los telescopios James Clerk Maxwell y ALMA, apunta a la existencia de procesos geológicos o químicos desconocidos en nuestro planeta vecino, aunque tampoco se descarta una posible fuente biológica.