En pleno siglo XXI, la sociedad sigue rechazando el liderazgo de las mujeres. Un estudio en miles de estadounidenses revela que entre mujeres con puestos de responsabilidad es más frecuente el estrés crónico; en cambio, no se dan los síntomas en hombres. Cuando ellas muestran la asertividad y confianza de los líderes fuertes, son juzgadas negativamente.