Un estudio revela cambios en los patrones microbianos y metabólicos desde las primeras fases del tratamiento con antibióticos. El hallazgo describe como las bacterias intestinales presentan una menor capacidad de producción de proteínas y capacidades metabólicas alteradas durante y al finalizar la terapia.
El tratamiento continuo de los ratones jóvenes con antibióticos afecta a las comunidades microbianas de su estómago y provoca un aumento de la masa grasa, según un estudio publicado esta semana en la revista Nature.
La cristalógrafa israelí Ada Yonath, laureada por la academia sueca en 2009 por sus investigaciones sobre la estructura y función del ribosoma, ha participado hoy en Madrid en el VI Congreso de la Federación Española de Biotecnólogos. Los trabajos de Yonath han abierto la puerta al diseño de antibióticos más eficaces. Sin embargo, la científica ha criticado la falta de interés de las multinacionales en invertir en el desarrollo de este tipo de fármacos.
Para hacer posible en el futuro la sustitución de antibióticos por virus que maten a las bacterias, en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB) estudian las proteínas que permiten a esos virus bacteriófagos anclarse sobre la superficie de las bacterias. Investigadores de este centro acaban de publicar en la revista PNAS un avance que desvela la estructura de una de estas proteínas.
Son cantidades muy pequeñas, pero en la leche en polvo y en los alimentos de bebé elaborados a base de carne aparecen residuos de los medicamentos que se administran al ganado. Investigadores de la Universidad de Almería han desarrollado un sistema para analizar de forma rápida y precisa estas sustancias.
Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) describe la estructura de una enzima, la DRL, esencial para la supervivencia de algunas bacterias. El diseño de fármacos específicos para inhibir dicha enzima en los patógenos que la poseen permitirá un uso más selectivo de los antibióticos.
El papel de los bacteriófagos o fagos —virus que infectan a las bacterias— podría ser clave en la transferencia de genes de resistencia a los antibióticos entre bacterias, puesto que este proceso puede favorecer la aparición de cepas de bacterias resistentes en el entorno natural. Esta es una de las principales conclusiones del artículo publicado en la revista Antimicrobial Agents and Chemotherapy, firmado por el grupo de investigación consolidado Microbiología de Aguas Relacionada con la Salud (MARS), del Departamento de Microbiología de la Facultad de Biología de la UB.
En la imagen, los investigadores del estudio Poinar y Wright. Foto: Chantall Van Raay (c).
Los científicos quedaron sorprendidos al ver la rapidez con la que las bacterias se hacían resistentes a los antibióticos cuando estos fueron desarrollados hace menos de un siglo. Ahora, investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) han descubierto que esta resistencia ya existía hace al menos 30.000 años.
Científicos del Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG), centro del CSIC y la Universidad de Salamanca, han publicado un artículo en la revista científica PLoS ONE que contribuye a aumentar el conocimiento sobre las bacterias del género Streptomyces, los microorganismos que producen la mayor parte de los antibióticos. En concreto, trabajan con Streptomyces coelicolor aprovechando que su genoma está secuenciado para identificar nuevos genes implicados.