Rusia y EE UU se encuentran en competencia abierta por el control de la Europa del Este. Por lo tanto, como en las tradiciones clásicas de la Guerra Fría, en la actualidad el mundo es testigo de la misma confrontación en el eje Moscú-Washington.
Organizaciones científicas internacionales están manifestando su rechazo a la guerra en Ucrania. La comunidad matemática ha decidido que no celebrará en San Petersburgo, como estaba previsto, su principal congreso mundial, en el que se anuncian y entregan las medallas Fields, el premio más relevante en su área.
“Exigimos la paz para nuestros países. ¡Hagamos ciencia, no la guerra!”. Así concluye la carta abierta antibélica impulsada por el científico ruso Mikhail Gelfand a la que se han sumado cientos de firmas.
El Fondo de Inversión Directa de Rusia espera que la vacuna Sputnik V llegue a 500 millones de personas, comenzando su distribución en 2021. Esta vacuna candidata levantó dudas en agosto entre los expertos por la velocidad de los ensayos en humanos y la opacidad en los datos.
El 15 de febrero de 2013 el mundo estaba pendiente de la aproximación a la Tierra del asteroide (367943) Duende, pero de repente un superbólido cruzó la atmósfera y cayó cerca de la ciudad rusa de Cheliábinsk. Desde entonces se han escrito más de 200 estudios científicos para tratar de explicar la procedencia de este inesperado visitante, que causó daños en edificios y heridas leves a casi 1.500 personas. Conocer de forma precisa su velocidad de entrada en la atmósfera parece la clave para determinar su órbita.
Los convulsos años 90 en Rusia acarrearon drásticos recortes en ciencia y tecnología, lo que obligó a muchos de sus investigadores a reducir su actividad o emigrar. Ahora, en medio de otra crisis, los científicos del país más grande del mundo luchan por recuperar su papel en campos en los que siempre fueron potencia, como el sector aeroespacial, la física nuclear, la química, la psicología o la genética.
La primera central nuclear cumple 60 años. / SINC