Vivir en una ciudad con mucho tráfico rodado o cerca de una siderurgia supone habitar con dos intensos focos de contaminación ambiental. Un estudio de la Universidad del País Vasco apunta que el efecto nocivo de las partículas contaminantes PM2,5 y el dióxido de nitrógeno (NO2) desaparece en bebés amamantados con leche materna en los primeros cuatro meses de vida. Según los resultados, la lactancia desempeña un papel protector ante esos dos contaminantes atmosféricos.