El ritmo de las ondas cerebrales se ajusta entre los integrantes de una conversación. Esta es la conclusión de un trabajo publicado en la revista Scientific Reports y liderado por el centro de investigación vasco BCBL. Según los científicos, esta sincronía intercerebral puede ser un factor clave para la comprensión del lenguaje y de la comunicación interpersonal.
Un artículo de un paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana de Burgos evalúa las evidencias fósiles sobre los cambios cerebrales asociados a las áreas del lenguaje. El autor explica que muchas de estas áreas están sujetas a vínculos arquitectónicos del cráneo, por lo que no es posible establecer si se trata de cambios evolutivos asociados a variaciones de la organización del cerebro.
Un estudio de la Universidad de Granada revela que los sustantivos masculinos son procesados más rápidamente por el cerebro si la voz que las emite es la de un hombre, mientras que los nombres femeninos se procesan con más facilidad si están dichos por una mujer. Los hallazgos podrían tener aplicaciones en el aprendizaje de idiomas.
Los prejuicios raciales y de género que incorpora el lenguaje humano se transmiten a los sistemas de inteligencia artificial que tratan de imitarlo. Así lo refleja el análisis de textos efectuado por científicos de EE UU y Reino Unido mediante un modelo de aprendizaje automático.
Los conceptos ambiguos dificultan a los profesionales de la salud localizar información relevante para su trabajo. Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia han diseñado un sistema que, empleando información multilingüe, se muestra eficaz para seleccionar de manera precisa el significado adecuado de un término según su contexto.
Tan importante es nombrar las cosas como hacerlo de manera precisa; y los científicos ya han dado el aviso: el proceso por el que se bautiza a las enfermedades, basándose en sus síntomas y no en sus mecanismos profundos, amenaza el avance de la medicina. Incluso hay quien afirma que la esquizofrenia no existe como tal. Una fuerte corriente crítica pide que se llame a las enfermedades por lo que son, no por cómo se muestran. De lo contrario, la investigación, la política y los pacientes pagarán las consecuencias. Ilustración: Cinta Arribas
Tan importante es nombrar las cosas como hacerlo bien, y los especialistas ya han dado el aviso: el proceso por el que se bautiza a las enfermedades amenaza a la ciencia médica. Incluso hay quien afirma que lo que llamamos 'esquizofrenia' no existe. Una corriente crítica pide que se llame a las enfermedades por lo que son, no por cómo se muestran. De lo contrario, la investigación y los pacientes pagarán las consecuencias. La prometedora medicina de precisión podría ser la respuesta.
Una investigadora de la Universidad Jaume I ha creado un marcador clínico en lengua castellana para diagnosticar el trastorno específico del lenguaje, que afecta a entre el 6% y el 7% de los niños menores de siete años. Este trastorno incide en las capacidades orales de los niños, tanto de expresión como de comprensión.
Una investigación internacional con participación de la Universidad Autónoma de Barcelona ha concluido que en más de treinta lenguas diferentes los niños aprenden expresiones que denotan cantidad, como “unos cuantos” o “todos”, de manera similar y predecible, siguiendo un mismo orden.
Investigadores de la Universidad de Huelva y de la University College of London relacionan los déficits de comunicación del trastorno del espectro autista con impulsos eléctricos neuronales arrítmicos en distintas áreas del cerebro. La definición de un patrón neurolingüístico distintivo de estas oscilaciones alteradas abre la puerta a una mejora del diagnóstico y a una intervención temprana.