La biodiversidad marina del Golfo de Cádiz y del Mar de Alborán muestra un preocupante declive durante las últimas tres décadas, según revela un estudio liderado desde la Universidad Autónoma de Madrid. Los resultados, publicados en la revista Sustainability, muestran cómo los esfuerzos actuales no son suficientes para frenar las presiones antropogénicas que amenazan estos valiosos ecosistemas.
La distribución de las orcas está delimitada al golfo de Cádiz en primavera y el estrecho de Gibraltar en verano./ CIRCE
Gracias a los más de 11.200 avistamientos de cetáceos realizados en diez años, investigadores españoles y portugueses han podido identificar al detalle la presencia de las orcas en el golfo de Cádiz, el estrecho de Gibraltar y el mar de Alborán. Según los modelos generados, estos cetáceos están ligados a la distribución de su principal presa –el atún rojo– por lo que su presencia en aguas españolas, portuguesas y marroquís queda más limitada de lo que se pensaba.
Una investigación del Instituto de Ciencias del Mar señala que se ha reducido el volumen de capturas y el tamaño de los peces en los últimos 60 años en zonas del Golfo de Cádiz y el Mediterráneo. Esta situación se explica por la sobreexplotación de los recursos marinos debida al aumento irregular de la potencia de las embarcaciones dedicadas a la pesca de arrastre.
Un trabajo del Instituto Español de Oceanografía (IEO), plasmado en cuatro artículos científicos, ha creado un nuevo modelo del ecosistema del golfo de Cádiz que identifica las especies clave y cuantifica el impacto de la actividad pesquera.
Científicos del grupo de Conservación, Información y Estudio de Cetáceos (CIRCE) y la Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC) han concluido la IV Campaña de estudio de cetáceos y aves marinas en el Golfo de Cádiz. Sus investigaciones constatan que existe una alta interacción entre aves marinas, cetáceos y pesqueros. Esta interacción destaca fundamentalmente con los delfines mulares, una especie que cuenta con una población estable en toda la región.
Ejemplar de delfín mular en el Golfo de Cádiz. / CIRCE.
Aunque el ecosistema de las dunas es singular, frágil y está protegido por la directiva “hábitats” de la red Natura 2000, su conservación es muy vulnerable a la proliferación de parkings, edificaciones próximas y pasarelas de protección y acceso a la playa inadecuadas.