Científicos del grupo de investigación CellMat (Materiales celulares) de la Universidad de Valladolid y de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) colaboran en un proyecto que tiene el fin de analizar cómo espuman los materiales, es decir, el proceso por el cual “se introduce un compuesto químico que genera un gas y que hace que crezca su volumen”, algo similar a “hacer pan” pero en este caso en base a plástico o aluminio, asegura Miguel Ángel Rodríguez, investigador del grupo.
Bajo peso, buena capacidad de absorción de vibraciones, alta absorción acústica, gran resistencia al fuego y una elevada temperatura de fusión son las características que definen a las espumas metálicas con base de aluminio, un material celular (estructuras de dos fases en las que un gas se ha dispersado a lo largo de una fase sólida continua) sobre el que el departamento de Física de la Materia Condensada, Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Valladolid y más concretamente el grupo CellMat (Cellular Materials) lleva trabajando desde hace algunos años. Se trata de un material con un gran potencial para el sector de transporte y en particular para el de la aeronáutica, debido a su reducida densidad y elevadas propiedades respecto del aluminio sólido.
Los materiales plásticos son soporte de productos de consumo habitual pero una vez dejan de ser útiles, se convierten en residuos permanentes difíciles de eliminar del medio ambiente. El grupo de investigación CellMat (Cellular Materials, Materiales Celulares), del departamento de Física de la Materia Condensada, Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Valladolid ha lanzado una nueva línea de investigación en torno a las espumas con base bioplásticos. El objetivo es lograr materiales con mejores propiedades, entre ellas, mayor resistencia al impacto y mejor aislamiento térmico gracias al proceso de espumación, y que a la vez sean biodegradables.