La mitad del pescado que se consume en el mundo procede de la acuicultura, una práctica que podría solucionar los problemas alimenticios de las 9.700 millones de personas que se estiman para 2050. Pero, al igual que ha ocurrido con la sobreexplotación pesquera, esta industria corre el peligro de afectar al medioambiente. ¿Es posible una acuicultura sostenible?
La gestión de las zonas forestales, los cambios en el uso del suelo y el tipo de vegetación son los principales factores que determinan las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2 y el metano, en ecosistemas naturales y tierras agrícolas del África Subsahariana. Así lo recoge la mayor recopilación de estudios en este ámbito realizada por un equipo internacional de investigadores, con la participación de la Universidad Politécnica de Madrid.
Junto a otros primates no humanos, de las 500 especies de monos y simios que existen, más del 60% está amenazado y el 75% sufre un gran declive. Pero la situación no hará más que empeorar en las próximas décadas. La inminente extinción de la mayoría de especies de primates se deberá a las actividades humanas, como la agricultura intensiva, según la evaluación global más completa sobre su estado de conservación.
Las poblaciones de sisón común, típico de entornos agrarios, han experimentado una gran reducción en toda Europa debido a la destrucción y transformación de su hábitat producidas por prácticas agrícolas intensivas. Según SEO/BirdLife, que lo ha nombrado Ave del Año 2017, las medidas aplicadas para la protección de la especie son, en la actualidad, insuficientes.
Para los agricultores uno de los aspectos fundamentales para mejorar el rendimiento de sus cultivos es el patrón de ramificación de las plantas. Un estudio español ha permitido identificar varios genes que regulan la formación de nuevas ramas en función de la luz ambiental. Según los científicos, conocer estos procesos moleculares en detalle es importante para desarrollar métodos de control del crecimiento de las plantas y optimizar la producción agrícola.
Una investigación, llevada a acabo por varias instituciones andaluzas, ha revelado la presencia de mijo en la dieta de poblaciones europeas. El hallazgo se ha producido tras el estudio del colágeno en los huesos de una comunidad celta del norte de Italia de hace 2.100 años.
El aumento de la población en los países del África subsahariana, que se estima será tres veces la actual en 2050, hará imposible que la demanda de comida pueda cubrirse como hasta ahora. El desafío, según un grupo de científicos, es mejorar la producción agrícola de la zona sin que eso suponga un impacto medioambiental negativo para la región.
Imágenes de satélite del río Yarmuk, que forma la frontera entre Siria y Jordania, muestran los efectos de la crisis de los refugiados sobre las reservas de agua. Al dejar de regarse las tierras de labranza y cesar las actividades ganaderas sirias, se ha incrementado de forma involuntaria el flujo de agua del río en zona jordana.
Las leguminosas y algunas bacterias son capaces de asociarse para lograr beneficios mutuos. En las raíces se forman nódulos gracias a los cuales las plantas obtienen nutrientes esenciales, especialmente, nitrógeno. Científicos españoles han encontrado una nueva especie de bacteria que establece esta simbiosis con la leguminosa Lotus corniculatus.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han creado dos robots, uno terrestre y otro aéreo, para medir las variables ambientales de los invernaderos y permitir el control constante de las condiciones de los cultivos. Su trabajo conjunto ayudará a mejorar la productividad de este tipo de explotaciones agrícolas.