El tiempo parece detenido desde hace una década en las localidades que rodean a la accidentada central nuclear de Fukushima, que permanecen casi desiertas pese a los esfuerzos de las autoridades para descontaminar y revitalizar la zona. El accidente obligó a evacuar a más de 160.000 personas y a cerrar localidades enteras por la contaminación radioactiva.
A pesar de que el gobierno nipón ha invertido cantidades multimillonarias para recuperar la normalidad, esta todavía parece muy lejana. Coincidiendo con el décimo aniversario de la catástrofe, la prefectura de Fukushima ha sido elegida para acoger el arranque del relevo de la antorcha olímpica en Japón, que tendrá lugar el próximo 25 de marzo.
El recorrido atravesará localidades que han sido declaradas como habitables, pero el acceso al grueso de los municipios sigue siendo prohibido por su alta contaminación. Esta situación mantiene desplazadas a más de 36.000 personas. Por ello, el embellecimiento de los tramos por los que pasará la antorcha incomoda a muchos ciudadanos, que consideran que las autoridades solo quieren borrar las devastadoras consecuencias de la catástrofe.