La multitud que visita por estos días la laguna Rodrigo de Freitas en la que todos los años se instala el mayor árbol de Navidad flotante del mundo, constituye una amenaza para la paz de los carpinchos que viven en esta importante atracción turística de Río de Janeiro. La navidad no es tiempo de paz ni para los carpinchos ni para el resto de la fauna de esta laguna urbana ubicada a pocos metros de la famosa playa de Ipanema desde que hace veinte años comenzó a montarse en sus aguas la gigantesca estructura con luces y efectos que cada noche atrae a miles de personas.
La presión humana se prolonga hasta bien entrada la noche, por lo que el tiempo de silencio y tranquilidad que necesitan los animales se reduce drásticamente, explicó a Efe el ambientalista Paulo Maia, responsable de la ONG "SOS Aves & Cía".