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Agencia Sinc

Nueva campaña de excavación en el Cerro de Batallones

En los trabajos colaboran el CSIC y cuatro universidades españolas

El Cerro de Batallones (Torrejón de Velasco, Madrid) acoge desde el pasado 17 julio y hasta el 14 de agosto una nueva campaña de excavaciones. Este sistema de nueve yacimientos, perteneciente al Mioceno Superior (hace aproximadamente nueve millones de años), es uno de los conjuntos paleontológicos de la Era Cenozoica más importantes del mundo y está aportando gran cantidad de información acerca de la fauna que poblaba la cuenca de Madrid.

“Entre los objetivos principales de esta campaña está terminar la excavación del yacimiento de Batallones-3 extrayendo todos los fósiles que contiene, ya que se encuentra en la ladera del cerro y corre peligro de destrucción por la erosión y otros factores externos”, explica Jorge Morales, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y director de los trabajos en el yacimiento.

Hace unos nueve millones de años la zona ahora conocida como Cerro de Batallones estaba compuesta por un sistema de cuevas subterráneas que actuaron como trampas naturales en las que quedaron atrapados numerosos vertebrados, principalmente carnívoros. Con el paso del tiempo, las cavidades se fueron llenando de sedimentos procedentes de los alrededores y poco antes de rellenarse por completo se formaron sobre ellas pequeños lagos y charcas fangosas, lo que funcionó como trampa para grandes herbívoros, como mastodondes, jiráfidos y rinocerontes.

Los trabajos más importantes de esta campaña se centrarán en el yacimiento de Batallones-10, donde los paleontólogos buscarán el paso de los niveles superiores a la chimenea o conducto de entrada a las cuevas que funcionaron como trampa natural para los carnívoros. Completa el programa de trabajos para esta campaña la prospección y preparación del área de Batallones-2, yacimiento que no se excavaba desde el año 2000, cuando se localizaron los esqueletos casi completos de dos mastodontes.

Estos yacimientos fueron descubiertos de forma casual en 1991 durante los trabajos de explotación de sepiolita de la zona. Diez años después fueron declarados Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid.

Fuente: CSIC
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