Las vacas han pasado de tener canciones de infancia a ser objeto de no pocos recelos, sobre todo en Argentina donde producen el 30 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Así, científicos han colocado a una decena de vacas un enorme tubo de plástico rojo a la espalda para medir estos niveles. El sistema se compone de un tanque que va conectado al estómago de la vaca y del que se obtendrá información con el fin de tratar de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. El resultado preocupa y los investigadores han puesto a las vacas a dieta contra los gases.