Con la tonalidad rosa característica de sus aguas frente al inhóspito paisaje de la estepa, el lago Kobeytuz, situado a 160 kilómetros de Nur-Sultán, la capital de Kazajistán, busca su espacio en el mapa de los “lugares sacros” de este país para protegerlo de las peregrinaciones masivas.
Este característico color rosa se modifica según la hora del día o el tiempo en la zona. Sin embargo, no se trata de una coloración permanente, solo adquiere esos tonos rosados una vez cada varios años, cuando el verano es especialmente cálido.
El responsable del departamento local para el desarrollo de idiomas, Saylau Zhalkibaev, ha explicado que este "es el reclamo de los lugareños" para garantizar la supervivencia del paraje, uno de los pocos espacios que se mantuvieron abiertos tras las restricciones impuestas por el Gobierno kazajo para contener la pandemia de la covid-19.
“Este estatus [lugar sacro] nos permitirá impartir aquí unas charlas sobre la historia de este lugar tanto para escolares como para viajeros locales y extranjeros.”, explica Zhalkibaev.
En base a la opinión de científicos, las aguas del Kobeytuz y de otros lagos con características similares, como el Hillier en Australia, el Retba en Senegal y la Laguna Rosa de Torrevieja, en España, se tiñen de color rosa debido a la presencia de una bacteria llamada Dunaliella salina, que confiere esta llamativa tonalidad del agua con una alta concentración de sal.
Sin embargo, la masiva llegada de turistas locales obligó a las autoridades a restringir el acceso al lago, ya que los expertos alertaron de las “consecuencias” que podía tener para la salud del ecosistema el comportamiento de algunos visitantes, que inundaron con basuras las inmediaciones de Kobeytuz e incluso un habitante local incursionó en sus aguas con su todoterreno provocando la aparición de unos agujeros en el fondo del agua que tardarán hasta 15 años en repararse.
Durante este verano, la prensa y las redes sociales se hicieron eco de unos ciudadanos que quisieron aprovechar la incertidumbre del coronavirus para vender las sales del lago como “un remedio para la enfermedad”. Los autores del timo aseguraban que el mineral es “mano de santo contra muchos males, entre ellos, la covid-19”. Por los falsos beneficios curativos de las sales, los vendedores llegaron a pedir en internet hasta 5.000 tenge por un kilo del remedio, unos 12 dólares.
Por ello, el Ministerio de Ecología ha informado de que se han tomado medidas para garantizar la preservación del lago.
La portavoz de este departamento, Samal Ibraeva, explica que el primer paso es endurecer los castigos por dañar la naturaleza, aumentando las multas para proteger los ríos, lagos y montañas; pero no pueden prohibir que los ciudadanos visiten la naturaleza: “En un momento tan difícil durante el periodo de cuarentena, la gente quiere relajarse en la naturaleza, respirar aire fresco en las montañas, junto a los lagos”.
Del mismo modo, el país asiático, por orden de su presidente, Kassym-Jomart Tokáyev, impartirá en sus colegios una nueva asignatura de “educación ecológica”, con el objetivo de evitar nuevos incidentes en el lago e implementar un modelo de turismo más sostenible.
Además, desde el Ministerio confían en que, con la aparición de la infraestructura necesaria, Kobeytuz podrá atraer no solo a turistas locales, sino también a un mayor número de viajeros internacionales.