Las personas, como seres biológicos que somos, podemos estar regulados socialmente por mecanismos como los impuestos, la propiedad o el parentesco. Esto constituía parte de las políticas sociales que el estado romano puso en práctica durante su expansión por el Mediterráneo y que ha dejado huella en la meseta oriental española, en el territorio de la Celtiberia histórica, como ha mostrado una investigación biopolítica reciente desarrollada en la Universidad Carlos III de Madrid.