El 27 de octubre de 1968 falleció la física austriaca Lise Meitner. Conocida por sus investigaciones en el campo de la física nuclear, es la única mujer que tiene un elemento en la tabla periódica en su honor, el meitnerio. Además, fue la segunda mujer en conseguir un doctorado en física en la Universidad de Viena y la primera de toda Alemania en lograr el puesto de profesora titular de física en la Universidad de Berlín.
Pero su épica no acaba ahí, Meitner tuvo que redoblar sus esfuerzos para hacer valer su trabajo en un mundo asolado por la guerra y dirigido por hombres, al que la investigadora, por su condición de mujer judía, tenía restringido el acceso. De hecho, aunque fue codescubridora de la fisión nuclear, fue su compañero de laboratorio Otto Hahn, el que recibió el Premio Nobel en 1944 por el hallazgo.
El reconocimiento a sus contribuciones llegó más tarde. Poco antes de morir le entregaron el Premio Enrico Fermi, en Estados Unidos, y unos años después nombraron un cráter de la Luna, otro de Venus y un asteroide en su nombre. Hoy, basta con mirar al cielo para recordar su legado.