“Buenas tardes señores. Soy un computador HAL de la serie 9000. Me pusieron en funcionamiento en la fábrica H.A.L. de Urbana, Illinois, el 12 de enero de 1992”.
Con estas palabras, en el último acto de la película de Stanley Kubrick 2001, Una odisea del espacio, conocíamos la fecha de nacimiento de la inteligencia artificial más famosa de la ciencia ficción: HAL 9000.
Conocida por la película y por la novela de Arthur C. Clarke –que sitúa su año de ‘nacimiento’ en 1997–, en ambas obras se muestra a una supercomputadora programada para cumplir sus tareas sin contradicciones ni objeciones, lo que tendrá graves consecuencias para la tripulación de la nave espacial Discovery.
El nombre HAL proviene del acrónimo de Heuristically Programmed Algorithmic Computer, (computador algorítmico heurísticamente programado), aunque hay quien sostiene que, en realidad, es una broma resultante de adelantar en el abecedario las letras de IBM, algo que Clarke siempre negó de forma tajante.
En 1968, cuando se estrenó la película y HAL aterraba a los espectadores con la lente roja de su ya icónico ojo-cámara, eran muchos los que pensaban que ese era el futuro de la inteligencia artificial, y que, en el 2001, podrían hacer cualquier cosa de la que fuese capaz un ser humano.
Isaac Asimov, hace medio siglo ya vaticino que, en las primeras décadas del siglo XXI, los robots y las inteligencias artificiales no serían para tanto. Cincuenta años después de conocer a HAL, tenemos ordenadores con algunas de sus habilidades, como hablar, reconocer la voz o jugar al ajedrez.
Existen incluso proyectos de máquinas que pueden leer los labios pero aún estamos lejos de que una inteligencia artificial pueda hacer, por ejemplo, crítica de arte como la haría una persona, algo que se le atribuye al ordenador de a bordo de la Discovery.
Lo que sí pueden hacer es cantar, como hacía HAL en los últimos segundos antes de su desconexión entonando Daisy Bell, un tema popular de 1892, el mismo que en 1961 entonó el IBM 7094, el primer ordenador capaz de cantar una canción. Pero recordemos: Clarke siempre negó cualquier relación entre HAL e IBM.