La carrera espacial llegó a su fin cuando Rusia y Estados Unidos decidieron dejar la competición a un lado y cooperar. Las dos agencias espaciales vivían momentos difíciles y no sabían qué hacer; no es que hubiera feeling entre ellos, simplemente, como diría el legendario cantante Bill Withers, necesitaban alguien en el que apoyarse.
A principios de los 90 la NASA estaba prácticamente moribunda. El dinero para las misiones tripuladas era muy reducido, lo que unido al desastre del Challenger en 1986 hizo creó un clima de inseguridad alrededor de este tipo de experimentos espaciales.
Además, el sentimiento de apatía estaba latente en la agencia espacial estadounidense, debido a que la Luna ya se había alcanzado y las misiones interplanetarias estaban totalmente descartadas por su alto coste e insuficiente tecnología. El plan de crear la estación espacial Freedom también se truncó por problemas de presupuesto.
Pero si los americanos estaban mal, lo de los rusos era peor. El colapso de la Unión Soviética de 1991 hizo que sus aspiraciones espaciales se detuvieran por completo. Ya no existía ayuda gubernamental. Para encontrar financiación, los rusos comenzaron a lanzar satélites comerciales y promocionar el turismo espacial. Una decisión que tenía como objetivo salvar y mantener a flote la estación espacial MIR, ya que eso garantizaba trabajo estable con cosmonautas en el espacio.
El 2 de septiembre de 1993, el estadounidense Al Gore y el ruso Viktor Chernomyrdin juntaron fuerzas. Por primera vez, las dos principales agencias espaciales colaborarían haciendo posible el desarrollo de la estación Freedom rebautizada como Estación Espacial Internacional. Desde entonces, la fortuna de las dos agencias y el futuro de la exploración espacial van de la mano.
A finales de los 90, la NASA reclamaba a los rusos su responsabilidad financiera y en 2003, después de la desintegración del Columbia, los rusos tomaron el relevo de llevar carga al espacio mientras EEUU dejaba su flota en tierra temporalmente. Fuente: Wired